Capítulo 54 Sabes que debes irte, protege a mis hijas
Los invitados comenzaron a gritar cuando los disparos resonaron en el ambiente. Eros, al escuchar los tiros, se giró hacia la entrada de la carpa. Allí, sólo pudo distinguir a los salvajes abalanzándose sobre un grupo de hombres, pero su avance fue detenido por las balas que los derribaban implacablemente. En medio de la confusión, Eros miró a Danna afligida, quien tenía un nudo en la garganta, le susurró.
—Sabes que debes irte, protege a mis hijas —Mientras le daba un tierno beso en los labios.
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