Capítulo 25 La pastilla angelical
—Prosigue —dice seriamente, cruzándose de brazos—, dónde está la sábana, ya que está limpia—le señalo a un lado de la cama, ahí está la sábana blanca junto con el edredón, ambos se mancharon de sangre y ahora no sé cómo lavarlos, ya que me da demasiada pena que lo vean.
—No quiero que nadie sepa, me da demasiada vergüenza —doy un fuerte suspiro—. Lucero, perdí mi virginidad y él se enteró cuando todo se había acabado, imagínate lo histérico que se puso, tal como si hubiese cometido un delito.
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