Capítulo 5 Desesperación
¿Qué…? Estás demente Gisela, cómo te atreves a preguntarle al desconocido si quiere acompañarte, es demasiado obvio que tiene problemas y yo también los tengo, sin embargo, estoy aquí como una estúpida esperando que el desconocido sea el príncipe del cuento.
Sacudo mi cabeza y alejo los pensamientos de mi consciencia imprudente, por ahora no necesito que me reprenda, aunque me ha puesto en mi lugar, ya que ahora tengo presente lo que debo hacer.
—¿Crees que puedas correr peligro? —dice en tono preocupado, alarmándome por sus buenas intenciones conmigo, siento que él no es un hombre que intente lastimarme.
—No… —niego rápidamente con la cabeza—, lo que quiero decir es que no hay necesidad que se quede más tiempo aquí, también tengo algo urgente que hacer, así que adiós—tartamudeo, y cuando me doy cuenta ya ha sido demasiado tarde, sin poder evitarlo siento como mis mejillas empiezan arder y con un poco de disimulo doy media vuelta—. Nuevamente, gracias, aunque no fue necesario que se preocupara por mí.
—Oye, espera… Por favor —ignoro su llamado insistente y como una loca subo los escalones para entrarme al edificio.
Ya, en un par de minutos, ese hombre se olvidará de mi rostro y de todo lo que tenga que ver conmigo.
Me doy una cachetada y aunque parezca una loca es mejor que me concentre en lo que de verdad me importa.
Entrando al edificio me detengo frente al ascensor, y tras esperar… Me arrepentí y decidí ir por las escaleras, no es tan difícil llegar hasta el tercer piso.
Uufff… Siento como si jamás hubiese subido una escalera, bendita costumbre de subir dentro del ascensor.
Me detengo frente al apartamento, me apresuro a sacar la llave del bolso. Dios, intento apresurarme, mi madre puede llamarme en cualquier momento, ella necesita el dinero para pagar.
Al encontrar la llave la llevo directo a la cerradura para luego entrar.
—Buenas noches, Lucero, he llegado —alzo la voz al mismo tiempo, cierro la puerta—, ¿estás aquí?
Al parecer no hay nadie en la habitación, pero para salir de dudas corro hacia la habitación de ella. Cruzo mis dedos esperando que ella se encuentre aún en la habitación.
Doy dos golpes sobre la puerta para luego abrirla.
—Lo siento por no contestarte, pero tengo una cena especial y me tengo que apresurar —dice agitada y desesperada camina de un lugar a otro—. Por cierto, puedo saber si alguien llegó a acompañarte dentro de la cafetería o…
—¿Qué? —frunzo el ceño—, pero de qué estás hablando.
—De nadie, ahora dime que te trae por aquí o no me digas que has aceptado la propuesta de mi jefe —se detiene en seco y como si los ojos se le iluminarán viene hacia mí—, sabes que todos tus problemas se pueden esfumar por completo, oye… Me agradas mucho, quisiera ayudarte, pero sabes que no puedo, no estaré todo el tiempo contigo, pronto me casaré y.
—Shhh… Necesito que me ayudes, ahora —llevo mi dedo índice a sus labios, haciéndola callar—. Mi padre está mal, necesita dinero para pagar la clínica, el medicamento y la alimentación, por favor, te daré todo el dinero que tengo ahorrado, solo necesito que lo transfieran, no hay tiempo, no puedo esperar para mañana, por favor, Lucero—al recordar que mi padre puede morir mis ojos se nublan y voz se debilita—. Por favor, tengo el dinero, te lo daré—insisto llevando ambas manos a sus manos.
—Tranquila, no tienes por qué llorar, te prometo que te ayudaré —me consuela dando un abrazo—, ahora dame el número de cuenta, tienes mucha razón, ellos necesitan pagar donde están.
Asiento entre sí, con mucha rapidez saco mi móvil, ahí tengo capturas del número de cuenta. Como si mi alma regresara a mi cuerpo, le extiendo mi móvil desbloqueado y con la imagen de la cuenta donde mandara el dinero.
Ella lo agarra y corre hacia su escritorio que está al lado de la entrada. Toma asiento y sus manos se apresuran a abrir su laptop.
—Quiero que le mandes cinco mil euros.
—¿Qué? —abre sus ojos de par en par.
—Tenía un ahorro; la mensualidad, mi comida, la renta, el pase de regreso y lo que tenía recogido para diciembre y… Por favor, ellos necesitan el dinero, además, no sé si eso es poco para ello.
—Eh, quiero gritarte, pero sé que todo eso entrará por un oído y te saldrá por el otro —bufa, se ha molestado y eso es lo de menos ahora—. Es que es injusto que te quedes sin ningún euro, pero no puedo hacer nada, quiero verte llorando cuando ellos te vuelvan a pedir más dinero y… Listo, puedes llamar a tu mami y avisarle que el dinero ya está en su cuenta, que fue rápido, ya que hice que no demorara más de setenta y dos horas.
—Dios, muchas gracias —suelto el aire que tenía contenido—, voy por el dinero—corro hacia la salida y dirigirme a mi habitación.
—No, quiero que esperes —a punto de salir me detengo—. Mañana me puedes dar el dinero porque ya no tengo tiempo, y mañana que regrese quiero que hables con la almohada y le preguntes si te debes casar para obtener el dinero que tus padres necesitan, ya es tiempo de que dejes de ser ingenua y te pongas a pensar que hoy es el corazón, mañana el colón, pasado la medicina, luego la comida, la otra medicina y así sucesivamente, crees que ellos esperaran tu pago o alguien te prestara dinero sin cobrarte.
—Aja, y crees que la única solución a mis problemas es casarme con un desconocido —trago grueso, aunque ella tiene razón intento mantenerme firme.
—Te quiero ayudar, pero no te dejas, no sé por qué no quieres, intento mostrarte el camino que te sacará de todos tus problemas, pero tú sigues insistiendo en que puedes —suelto un golpe sobre la mesa, para luego llevar ambas manos a su rostro—. Esta es tu última oportunidad, luego otra chica tomará el lugar que te corresponde.
—¿Quieres que me venda por dinero?
—Suficiente, mañana es la última palabra y mi dinero también —ahogada de la conversación y de la frustración que le provoca se levanta—. Puedes irte, necesito terminar de alistarme, ah, puedes agarrar tu móvil, ya no tengo tiempo.
Ella se ha molestado y tiene mucha razón, hasta puede que la única salida de todos mis problemas es casarme con el señor.
No… Pero que es lo que estoy diciendo, no me puedo vender por un par de euros. Sí, soy una mujer necesitada, pero no puedo llegar al límite de cometer un fraude, no quiero.
Le agradezco aun cuando ella no me quiere ver, sin embargo, no es fácil casarse y menos cometer un fraude como el que ella quiere que haga.
Voy hacia el escritorio, agarro mi móvil y antes de que ella me suelte un cepillo en la cabeza es mejor que me encierre en mi habitación, bueno… Ahora que lo pienso le debo la renta y no me siento capaz de pedirle comida mientras estoy aquí.
La preocupación se apodera de mí, y es inevitable porque tengo responsabilidades, y si sigo así es probable que quede en la calle y ahí si no ayudare a mis padres.
Entro a mi habitación, dejo caer mi bolso sobre el sillón, marco el número de mamá.
—Mamma, grazie a Dios hai risposto, ti ho già mandato i soldi, non c'è problema quindi puoi pagare, comprare medicine e cibo per patate. (Mamá, gracias a Dios que contestas, ya te he mandado el dinero, no hay ningún problema para que puedas pagar, comprar la medicina y la alimentación de papá)
—Grazie, ragazza mia, ora vado alla cassa, spero di non complicarti le cose e spero che tu non abbia i problemi con il pagamento mensile che ci mandi sempre, ricordati amore mio che questi soldi sono per la salute di tuo padre e con i soldi della rata mensile delle spese di casa. Scusa, devo andare, domani ti chiamerò ragazza mia. (Gracias, mi niña, ahora voy a caja, espero no complicarte las cosas y espero que no tengas problemas con la mensualidad que nos mandas siempre, recuerda mi amor que este dinero es para la salud de tu padre y con el dinero de la mensualidad pago los gastos de la casa. Lo siento, me tengo que ir, mañana te llamaré mi niña.)
—Adiós, mamá —siseo, bajo el móvil hasta quedarme hipnotizada, viéndolo—. Ella me acaba de decir que debo mandarle la mensualidad—siento un nudo en mi garganta, las ganas de llorar se hacen presente hasta caer de rodillas sobre la alfombra.
¿Dónde agarraré dinero para la mensualidad? Mi pago todavía no es, todo está desajustado. ¿Qué voy a hacer? Pensé que mi madre podría hacer algo con el dinero que le acabo de mandar. No, no, no, no puedo con esta presión.
La primera opción que se me presenta es robar un banco, ¡por Dios, en que estoy pensando!
No tengo que empeñar, vender o… ¡Casarme con el jefe de Lucero!
No, es una completa locura pensar eso, no puedo aceptar luego de estar desesperada, es demasiado injusto. Mis padres se merecen muchas cosas, pero al parecer el trabajo que tengo no es suficiente.