Capítulo 7 Michael

Capitulo VII Michael Hoy es el sábado de mi cita con Daniela, ya le informé por video llamada a dónde vamos. No he podido dormir bien durante la noche, tengo varias preocupaciones aparte de lo de mi vida personal. Me acosan las interrogantes sobre si estoy haciendo bien. Cuando finalmente veo que comienza a amanecer afuera, me levanto cansado, voy al ventanal y abro las cortinas. Tenía que cortejar a Daniela, convencerla de que era digno de su confianza y su estima, y de su amor. ¿Pero cómo? Lo que estaba en juego era muy importante. Había que conseguir que se sintiese cómoda, para que pudieran ser amigos, luego si todo salía bien y había la suficiente atracción podrían llegar a ser una pareja de novios, y por ultimo podrían casarse, si había compatibilidad, ella era una mujer para el matrimonio. ¡No hay dudas! Me coloco una camiseta, unos pantalones cortos y zapatos deportivos bajó las escaleras en silencio y salgo al jardín para correr y despejar mi mente. Al volver a casa ya estoy más sereno. Subió las escaleras de dos en dos. Me doy una ducha rápida y me coloco un traje oscuro y una camisa azul. Miro el reloj tengo que estar en la oficina dentro de una hora. Bajó las escaleras y voy a la cocina, allí solo está Cristina preparando el desayuno, ya que además de supervisar al resto del servicio, se ocupaba de mi desayuno en tanto llegaba la cocinera… —Buenos días, señor. —Buenos días, Cristina —la saludó también. Me siento a la pequeña mesa de la cocina donde acostumbro a desayunar Tomo un sorbo de café y un sándwich, además tenemos jugo de naranja para el desayuno. —Hoy en la noche voy a salir a cenar, dígale a la cocinera que no tienen que dejarme la cena y ahorita voy a la oficina a resolver unos asuntos y vuelvo al mediodía. —Está bien Señor …. —Ya en mi oficina considero si es conveniente alejarme de la ciudad para la supervisión de la puesta en marcha de uno de los diseños por la empresa que lo adquirió. No quiero marcharme, mientras salgo con Daniela, necesito estar aquí en esta ciudad, para verla y decido enviar a mi director. Iba a marcharse cuando escucho que le llegaba un mensaje al teléfono. Lo desbloqueó y vio un mensaje de… ella. Quiere confirmar la hora en que la pasaré a buscar. Le dijo a dónde íbamos, pero no la hora en que la recogería, Corrijo mi error, disculpándome y acordando la hora y me voy a mi casa a descansar un poco. …… La pálida luz de la luna brillaba sobre la ciudad cuando el chófer aparcó frente a su mansión. Hoy voy a llevarla a un club nocturno en donde Ricardo está invirtiendo, está ampliando sus horizontes de los restaurantes a un club que incorpora comida, hay comida, música suave en vivo, es muy selecto y me encantaría que ella nos dé su opinión, así que paso por su casa a recogerla, Como siempre se presenta como una muestra de elegancia exquisita–Estás preciosa —le digo. Daniela sonrió con timidez. — Muchas gracias Es hermosa de una manera que iba adueñándose de mí, que me movía en un mundo que ensalzaba tanto la belleza que había llegado a acostumbrarme. Ella, sin embargo, tenía una belleza cautivadora y sin pretensiones. —Es un club privado, espero que no te importe. —En lo absoluto —responde pareciendo despreocupada. El chófer detuvo el vehículo, se bajó para abrirles la puerta, y al bajarme le tiendo la mano y le digo: — ¿Vamos? Me acercó a ella y señaló unos escalones que llevaban a una puerta de roble enorme. No había ni un cartel aunque enseguida se capta lo exclusivo que era el club. Se abrió la puerta y un hombre uniformado se apartó para dejarnos pasar —Señor Dubois, bienvenidos. ¿Podrían seguirme? Doy un vistazo y le pregunto – ¿Qué te parece? Al entrar se observa un salón de baile enorme y una orquesta tocaba baladas instrumentales y varias parejas giraban por la pista. Alrededor de esta había colocadas grandes mesas redondas, cada una con un elaborado centro de rosas rojas y blancas. Dubois tomó un par de copas de la bandeja de un camarero que pasaba, de champán para él y para ella. Le tendió a Daniela la suya y el hombre uniformado le señaló una mesa redonda en el otro extremo del salón. —Está bien, me gusta —Es un poco anticuado aunque muy íntimo —él miró alrededor—, un amigo, está pensando adquirirlo y redecorarlo dentro de poco. Ella levantó su copa con la de él. —Salud, espero sea un éxito este nuevo negocio— y acto seguido me indica que desea pasar al baño. —¿Me disculpas un momento? —le preguntó ella. —Por supuesto —contestó él. Michael hizo un gesto a un empleado, que se acercó inmediatamente y acompañó a Daniela hasta los cuartos de baño. A su regreso, Michael la observó mientras volvía a la mesa. Y sé intuitivamente que iba a preguntar algo que ha rondado su mente: —Michael hace mucho quiero hacerte una pregunta —Te escucho —Hay otras mujeres en nuestro mundo que quizás estén mejor preparadas para andar contigo que yo. ¿Por qué te intereso realmente? —me preguntó Hago como que pienso mi respuesta y le digo: —Hay química entre nosotros. Tienes talento y belleza y me interesas mucho, me gustas desde que te vi por primera vez y deseo conocerte más y cuéntame ¿Te gusto de igual manera? —Eres muy directo —me dice—. ¿No te lo han dicho nunca? —Siempre— sonrió Observo que no respondió a mi pregunta. Transcurrió la noche muy rápido, las cartas estaban sobre la mesa, me gusta y creo que le gusto, hablamos, bailamos un poco, la sostuve en mis brazos. Se me da bien interpretar a las personas. Es algo que aprendí gracias a unos padres egoístas y egocéntricos. Si no le gustara como hombre, no aceptaría mis invitaciones, eso pienso, así que me quedo tranquilo y sigo mi cortejo. La dejo de nuevo en su casa, y me despido seguramente con el beso más casto que le han dado en toda su vida, pero, aun así, había dejado una huella en mí mismo. Soy muy alto y ancho y acercó mi boca a la de ella y le doy un beso suave, no me rechaza y eso es importante y sentí una descarga eléctrica cuando encontré fugazmente sus labios con mi boca., hasta que la suelto con un suspiro. Me despido y me marcho, no me reconozco, estoy muy romántico …. Al pasar los días seguimos saliendo, me invento mil sitios que visitar, días antes fuimos a una a la inauguración de una exposición de fotografía suponiendo que a lo mejor le gustaría acompañarme e iremos a cenar después. Siempre después de nuestras salidas le digo: —Me gustaría invitarte a cenar o a tomar algo, pero también puedo dejarte en casa. A lo que ella me responde, —Acepto la invitación a cenar— esa respuesta se siente como si hubiese logrado una victoria solo porque no se hubiese negado ni hubiese descartado la posibilidad de salir a cenar o a tomar algo. La cena había sido relajada. Hablamos de asuntos tan diversos como la política o la última película de Marvel. Aunque cuando nos despedimos se siente que me matan con besitos inocentes, los más castos de toda mi vida. En definitiva o era una seductora consumada que conocía muy bien cómo actuar, cosa que no creía o efectivamente, era tan inocente como sus besos.