Capítulo 6 Viejas heridas
—¿Por qué dejaste el ejército? —preguntó Angélica de inmediato.
Dejando escapar un suspiro, Joaquín dijo:
—Era mucho trabajo, y no había comisiones para nosotros. Hacía horas extras cuando otros estaban de vacaciones. No es nada agradable trabajar como soldado.
Angélica soltó una carcajada y dijo:
—Bueno, tampoco hay nada agradable en trabajar como guardia de seguridad. —Ante eso, Joaquín se rio y respondió—: ¡Al menos mi vida no corre peligro!
Angélica también se dio cuenta de que Joaquín no deseaba hablar de su pasado y que la estaba entreteniendo. Por lo tanto, dejó de indagar.
—Por cierto, Joaco, nuestra empresa está buscando un jefe de seguridad. Ya que eres una persona tan capacitada, ¿por qué no te unes? Es mejor que quedarse en este barrio.
La oferta de Angélica llamó la atención de Joaquín. Después de todo, no tendría ninguna paz en ese barrio, ya que ese día había golpeado a Benjamín.
—¿Cómo es la paga? —preguntó de inmediato.
—¡Estoy segura de que es mejor que tu paga aquí! —respondió ella.
Joaquín sabía que ella tenía razón. Además, no le importaba mucho su salario. Joaquín sólo intentaba mantener una conversación con ella.
—Muy bien.
Angélica se alegró de oír eso.
—Está decidido entonces. ¿Cuándo puedes empezar? —preguntó.
—Puedo empezar mañana —respondió Joaquín.
Angélica afirmó sonriendo:
—Muy bien. No te preocupes si tu empresa se niega a pagarte el sueldo. Lo compensaremos.
Joaquín se interesó de inmediato por la identidad de Angélica al oír lo que decía. Preguntó:
—Angie, ¿a qué se dedica tu empresa? ¿Eres la dueña?
Angélica se sonrojó al hablar.
—No tengo la capacidad suficiente para crear mi propia empresa, y sólo soy una empleada allí. Sin embargo, soy amiga de la directora general, y puedo poner mi granito de arena.
Joaquín respondió:
—Ya veo. Por cierto, ¿puedo saber a qué negocios se dedica la empresa?
—¡Diseño de moda! —respondió Angélica.
Joaquín jadeó ante su respuesta.
Durante toda la noche, el ambiente de la cena fue alegre y agradable. Joaquín era una persona parlanchina y a Angélica le divertían mucho sus payasadas.
Ya eran las diez cuando salieron del restaurante. La cena había durado mucho tiempo.
Ninguno de ellos podía conducir ya que ambos habían consumido alcohol. Angélica dejó su coche en un aparcamiento junto a la carretera. Como su barrio estaba cerca del restaurante, regresaron a pie.
Las mejillas de la mujer eran de color rojo carmesí ya que había tomado dos latas de cerveza. Además, su olor corporal se hizo más intenso después de haber consumido alcohol.
Después de caminar una cierta distancia, Angélica se quitó la cinta del pelo ya que sentía que era una molestia. Su pelo negro azabache se soltó al instante.
Joaquín no podía apartar los ojos de su belleza. Era como un hada que había entrado en el mundo de los mortales.
Curiosa por su reacción, Angélica preguntó:
—¿Qué pasa?
Joaquín habló con sinceridad.
—Angie, eres una mujer tan hermosa. Si me casara con alguien como tú, preferiría morir antes que divorciarme de ti. —El corazón de Joaquín dio un vuelco ante sus palabras.
Se dio cuenta de que había metido la pata. ¿Cómo podía sacar a relucir el divorcio de Angélica cuando sólo lo había oído de otros?
Por supuesto, el brillo de los ojos de Angélica se atenuó. No hizo más comentarios y sólo respondió:
—Vamos. Es tarde y deberíamos volver.
Sin más indicaciones, ella tomó la delantera y comenzó a alejarse.
El plan original de Joaquín era disculparse, pero lo había olvidado. Eso sólo demostraba lo despreocupado que era.
Joaquín persiguió de inmediato a la mujer.
—Angie, lo siento —dijo de inmediato.
Angélica respondió rotundamente:
—No pasa nada.
Mientras el dúo continuaba su viaje de vuelta al barrio, el ambiente era incómodo.
Joaquín trabajaba en un barrio llamado Valverde.
Como él había abierto las viejas heridas de Angélica, ella no le dirigió la palabra durante todo el viaje. Sin embargo, tampoco le guardaba rencor.
Acababan de llegar cuando una figura oscura apareció de la nada.
Angélica gritó de inmediato conmocionada y abrazó a Joaquín por instinto. Estaba nerviosa porque acababa de sufrir un incidente traumático el día anterior.
Joaquín también vio la figura. No era otro que su compañero de cuarto, Gaspar.
Tenía una expresión extraña en su rostro al ver cómo Joaquín y Angélica se abrazaban.
Joaquín se aclaró la garganta y dijo:
—¡Angie, éste es mi colega, Gaspar!
La vergüenza se apoderó de Angélica cuando escuchó las palabras de Joaquín. Su delicado rostro se sonrojó de inmediato. Respiró hondo y se soltó de los brazos del joven. Entonces se giró para mirar a Gaspar.
—¡Hola! —En un instante, Angélica se transformó en su elegante yo una vez más. Actuó como si no hubiera pasado nada hace unos momentos.
Gaspar se puso nervioso y se sonrojó al ver a Angélica, que parecía una diosa.
Por otro lado, Joaquín sabía que algo debía haber pasado para que Gaspar lo detuviera en la entrada. Preguntó:
—¿Qué ha pasado?
Éste recobró de inmediato el sentido y se acercó a Joaquín. Le dijo en voz baja:
—Joaco, será mejor que te vayas ya. He oído que Benjamín y los demás van a por ti.
Joaquín dijo de inmediato:
—Me has dado un susto. Pensé que había ocurrido algo grave. —Luego le dio una palmadita en el hombro a Gaspar y continuó—: No te preocupes. No le tengo miedo a ese gamberro.
—Joaco, tú... —Gaspar se quedó callado. Quiso persuadir más a Joaquín, pero éste ya se había dado la vuelta para hablar con Angélica.
—Angie, vamos. Te acompañaré a casa.
Ella asintió. Después de que entraran en la comunidad, de inmediato preguntó preocupada:
—¿Qué está pasando? ¿No es Benjamín tu jefe? ¿Por qué quiere atraparte?
Angélica había visto a Benjamín antes. Siempre le había parecido una persona presumida y desagradable.
Joaquín respondió con una sonrisa:
—No es nada. Le di una paliza por la tarde. Creo que te has topado con ese gamberro en el pasado. Es muy arrogante para su edad y ha olvidado su lugar en este mundo. Lo estaba disciplinando en nombre de sus padres.
Angélica tuvo que admitir que Joaquín tenía razón ya que Benjamín se lo había buscado. Sin embargo, todavía preguntó:
—¿Por qué lo golpeaste?
A Angélica no le gustaban los hombres que se metían constantemente en peleas.
Después de todo, a ella le gustaban los hombres maduros y emprendedores. En cuanto a Joaquín, lo consideraba su salvador. Un guardia de seguridad como Joaquín no cabe duda que no era su tipo ideal. Aunque estaba divorciada, era una mujer orgullosa.
Joaquín respondió diciendo:
—Hoy tenía el turno de noche, pero tú me invitaste a cenar. Benjamín me rechazó cuando le pedí que me concediera el permiso. Incluso intentó golpearme cuando le dije que no me importaba que aprobara mi permiso. Sin embargo, no era mi rival, y en cambio fui yo quien le dio una lección. —Habló con tranquilidad, como si no fuera nada grave.
En ese momento, alguien gritó desde atrás:
—¡Detente ahí mismo!
El que gritó no era otro que Benjamín.