Zacarias estaba sentado en la playa. La brisa marina era suave y refrescando envolviendo todo con su típico olor salado. El sol podía llegar a ser de su gusto pero apenas si le ponía atención. No le importaba el hermoso pasaje a su alrededor. No le importaba nada.
Tenía la cabeza gacha mirando la arena entre sus piernas. Su mente y su interior era un caos total. Apenas podía repetir lo que había ocurrido dentro de la habitación. Se suponía que para ese momento estarían de nuevo en la cama teniendo su última ronda de sexo para despedir el hotel y celebrar que podrían unirse como compañeros en el próximo celo de ella o de él.
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