Falcon enterró su cabeza entre sus manos mientras Zacarias estaba dentro de la pequeña tienda de 24 horas comprando algunas cosas. Nunca en su vida había perdido el control de aquella bestial manera y se sentía tan extraño pero no repulsivo. Es que eso era lo era él. Un alfa. Se había reprimido tanto durante los últimos años que había explotado al haberle tocado a su omega.
Los dedos heridos se apretaron sobre su cabello. Apenas recordaba lo que había hecho dentro del almacén. Sabía que había disfrutado golpeando al bastardo que osó tocar a su pareja pero la manera en que lo hizo era algo que en su mente no se proyectaba.
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