Capítulo 38 Nunca he tenido que obligar a una mujer a estar conmigo
Damián la agarró por los brazos y la besó sin pensar, mientras moldeaba sus cuerpos juntos. Él la tenía respirando con dificultad y su mente completamente en blanco. Podía ceder fácilmente a sus propias necesidades y también a las de él.
Él la soltó tan repentinamente como la había agarrado y la miró fijamente.
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