Damián fue a la oficina y la llamó un par de horas más tarde, para informarle que todos los papeles estaban firmados y que estaban listos para mudarse. Estaría allí en una hora para ayudarla con las cosas finales que necesitaba hacer.
Lucía caminó lentamente por su lugar hogareño y no pudo evitar que las lágrimas cayeran por sus mejillas. Esta casa había sido la primera sensación de seguridad real para ella y Jacob. Se había sentido tan orgullosa cuando firmó con su nombre en esos papeles y sabía que el lugar era suyo y nadie podía quitárselo y ahora se estaba alejando de el. Se sentía como si estuviera abandonando su casa segura.
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