Capítulo 281 Monedas, el golden retriever
Eché la cabeza hacia atrás y solté una carcajada; era demasiado divertido ver a Melanie perder la compostura de esa manera. En momentos como este, no parecía la mujer astuta y seria que es ahora, sino más bien la chica salvaje y de espíritu libre que conocí en la universidad.
—¡Bueno, entonces, entrégalo! —exclamó, inflando las mejillas y extendiendo la mano de manera teatral.
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