Capítulo 128 Una buena esposa
Las interminables reaseguraciones de Yuna por teléfono me irritaban, porque sabía que sus promesas eran como burbujas, con solo tocarlas se desvanecían.
"De acuerdo, deja de llorar. Solo piensa las cosas antes de hacer cualquier cosa de ahora en adelante. Voy a colgar ahora", dije, cortándola. No la consolé, ni traté de persuadirla. Simplemente terminé la llamada.
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