Capítulo 71 ¡Ámame, sid!
Entro en mi habitación, abatido y al borde del llanto. No puedo dejar a Sana. Ella es mi vida, y no puedo lastimarla de nuevo. Le hice una promesa: nunca la abandonaría, y nunca la romperé.
Al verme, Sana corre hacia mí. -Sid, ¿qué pasó? ¿Por qué te ves tan sombrío?- Al notar mi tristeza, pregunta, su voz impregnada de profunda preocupación.
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