Capítulo 2 Introducción ii: marcas del ayer

Años atrás. Los dedos de los músicos rasgaron las cuerdas de las guitarras entonando las notas de «Sabor a mi by Luis Miguel» El sonido de los violines estremeció el corazón de Alba. Santiago, la envolvió con sus brazos. En la proa del yate sus cuerpos danzaban con lentitud al ritmo de la melodía. La brisa les acariciaba el rostro y agitaba el castaño cabello de la chica. … “Pasarán más de mil años, muchos más. Yo no sé si tenga amor la eternidad. Pero allá, tal como aquí. En la boca llevarás. Sabor a mí” ... La letra de la legendaria canción estremecía sus almas, al finalizar la melodía Santiago tomó el delicado rostro de su novia, y lo acercó a él, sus labios se apoderaron con urgencia de los de su chica. La joven se deshizo ante aquel mimo. Esa mágica noche se estaba convirtiendo en la mejor de toda su corta existencia, a sus veinte años, jamás pensó vivir una experiencia como esa. Santiago no había escatimado en detalle alguno: exquisita cena, buen vino, música en vivo, y el yate recorriendo la bahía neoyorquina. Cuando Santiago dejó de besarla, ella se reflejó en la clara mirada de él, un escalofrío recorrió su columna ante el nerviosismo que la abordó, pero ya no podía dar marcha atrás. El frenético palpitar de su corazón no se hizo esperar, inhaló profundo, decidida a darle su regalo de aniversario. —¡Hazme tuya Santiago! —exclamó en un susurro, escondiendo su cabeza en el pecho de él, sintiendo como su rostro ardía. La propuesta tomó por sorpresa al joven, su corazón se agitó en su interior. Sus principios y convicciones habían aplacado en anteriores ocasiones el fuego que ella despertaba en su ser, no había querido precipitar las cosas, pero ya llevaban cuatro meses de novios, y con la petición de ella todo era diferente, no existían barreras entre ambos, tan solo el anhelo de demostrar que su amor duraría una eternidad. El joven Vidal volvió a tomarla de la cintura y la atrajo hacia él, la miró a los ojos, y buscó sus labios, la besó con vehemencia. Con las manos entrelazadas y el corazón de ambos temblando, llegaron hasta el camarote. Alba abrió sus ojos con sorpresa al contemplar el lujo de aquella habitación en la cual no solo entregaría su cuerpo, sino su alma, al hombre que tanto amaba. Santiago la abrazó por la espalda, y ella sintió un corrientazo recorrer su piel al percibir el aliento con sabor a menta de él, muy cerca de su oído. Suspiró profundo y cerró sus ojos cuando la lengua de su chico acarició su cuello. Se aferró a las manos de él porque sintió sus piernas fallarle y el piso temblar bajo sus pies. —¿Estás segura? —inquirió Santiago hablando con suavidad a su oído. Ella giró, inhaló profundo, centró sus hermosos ojos celestes en los azules de él, bajó el cierre de su vestido y lo hizo caer al suelo, dejando ver el elegante conjunto de encaje blanco que lucía. La garganta de Santiago se le secó. Con la mirada cargada de fuego recorrió la delgada y delicada figura de su chica, sonrió al comprender el mensaje, entonces se acercó a ella, la tomó de las manos y la ayudó a salir por completo de su vestido. Las mejillas de Alba se tornaron carmín al darse cuenta como él la miraba, respiró profundo y se sintió complacida. Santiago la tomó de las manos y la condujo hasta la cama, con delicadeza la colocó encima del suave lecho. Volvió a barrerla con sus ojos. Se deleitó con la imagen de ella tendida sobre la cama, lista para él, entonces inclinó su rostro y la cubrió de besos. Alba cerró sus ojos y se dejó atiborrar de esas caricias, correspondió con la misma pasión que él despertaba en ella, con timidez posó sus manos en el fuerte torso de su chico. Santiago cerró sus ojos al sentir las delicadas caricias de su novia. Sonrió al ver como se enredaba los dedos al querer quitarle la camisa. —Creo que necesitas ayuda —dijo él, ladeando una sonrisa coqueta. Alba presionó sus labios, y asintió. Él se incorporó y sin dejar de observarla un solo segundo se despojó de todas las prendas. El estómago de Alba, se contrajo. Lo contempló con los ojos bien abiertos, dándole una ojeada al musculoso cuerpo de su novio. Deseó tanto palparlo, elevó sus párpados y se cruzó con la ensombrecida mirada de él. Ella sonrió con timidez, y cuando él se acercó y se acomodó encima de su cuerpo, todo su ser se estremeció y su corazón amenazó con salir de su pecho. Santiago se reflejó en la celestial mirada de su novia. Le retiró varios mechones de su cabello, contempló el rostro de su chica, guardándolo en su memoria. —Nunca olvides lo mucho que te amo —aseguró él. —Tú tampoco lo hagas —solicitó, entonces su vista se cristalizó al recordar que no había sido sincera con él, se armó de valor, decidida a confesar—. Hay algo que debo decirte, es importante. —Lo miró suplicante. Santiago llevó sus dedos a los labios de ella. —Lo que sea, puede esperar, no rompas la magia de esta noche —susurró, y antes de que Alba pudiera replicar, él tomó sus labios y la besó con intensidad, su lengua fue al encuentro con la de ella, y sus manos recorrieron el talle de su novia. Alba se olvidó de pensar, y se dedicó solo a sentir. Los labios y los dedos de su chico la recorrieron por completo, llevándola a mundos desconocidos haciéndola percibir sensaciones jamás imaginadas. Gimió una y otra vez cuando él tomó en su boca uno de sus pezones, y la elevó a la cima del cielo. Enredó sus dedos en el cabello de Santiago, su centro humedecido palpitaba por ser llenado, un fuego abrasador le recorría las entrañas. —Por favor...—suplicó. Santy volvió a ladear su sonrisa, elevó su rostro, y la contempló. —Tus deseos son órdenes para mí —aseveró, y regresó a besarla. Mientras Alba correspondía a cada una de esas caricias, él se abrió paso en medio de las piernas de su chica, llegó a su humedecida entrada. Alba descubrió sus ojos y lo miró. Santiago se perdió en esos profundos pozos celestes, con lentitud la fue colmando con su gran erección, llenándola de él. La chica se sintió soñada, agradeció en su mente por la paciencia con la que su novio la amaba, y cuando aquella barrera se rompió, percibió un ligero dolor que luego de unos minutos se fue disipando. —¿Estás bien? —averiguó Santiago, susurrando cerca de sus labios. —Mejor que nunca —respondió ella, observando a su chico, con un destello de luz en sus ojos. Él le sonrió y su mirada también se llenó de brillo, entonces volvió a besarla, empezando por sus cálidos labios, recorriendo luego su delicado cuello, bajando hasta sus senos, y cuando el fuego de nuevo los envolvió, y ella restregó sus caderas en su virilidad, la pasión se apoderó de ambos. Santiago la amo despacio, sin prisa, disfrutando de cada momento, deleitándose con aquella dulzura con la que ella se entregaba a él. A los lejos: «Te Prometí by Mijares» sonaba en los exteriores del yate. La melodía se mezclaba con los gemidos y jadeos que inundaba la alcoba, se convirtieron en uno solo, se amaron a plenitud: con el cuerpo y el alma, con la mente, y el corazón. **** Actualidad. «...Te prometí. Que si amenazaba la soledad iba a abrazarte a mí. No voy a dejarte de amar...» La melodía retumbó en el interior de Alba Rodríguez. La chica abrió sus ojos cristalinos regresando al presente, arrugó con todas sus fuerzas las hojas de aquella revista que le ordenaron botar en la basura, mientras hacía la limpieza de esa enorme oficina. Sus labios temblaban y su sangre hervía en su interior, al ver las dos páginas dedicadas a la próxima boda de Santiago Vidal. —Mentiroso —gruñó derramando varias lágrimas, hablando sola—. Prometiste que me amarías por siempre —sollozó mientras la herida volvía abrirse en su interior—. Le creíste a ella, y a mí no me diste la oportunidad de defenderme. —Resopló—, vas a unir tu vida a esa maldita mujer...—cerró sus puños con fuerza, sin importarle las ampollas que sus manos lastimadas mostraban. Entre tantos dolorosos recuerdos bombardeaban su cerebro. Volvió a mirar la página, y lo observó radiante, sonriente, mientras ella no era ni la sombra de la chica llena de sueños e ilusiones que conoció. Pasó saliva con dificultad, en tanto que sus ojos se cubrían de rencor—. Nunca sabrás de él —sentenció, sin imaginar que su secreto estaba a punto de ser descubierto. ***** El sonido del teléfono de la oficina sacó a Santiago de sus cavilaciones. —Diga. —Señor, lo están esperando en la sala de juntas —informó su asistente. —Gracias, en cinco minutos, estoy ahí. Cuando su secretaria se marchó, él se dirigió al baño de su despacho, se mojó el rostro, tratando de borrar los recuerdos impregnados en su alma, acomodó sus rubios rizos, y luego arregló el cuello de su impecable camisa gris que combinaba con el traje azul marino, que hacían juego con el color de sus ojos. Con su elegancia y distinción se dirigió a la sala de juntas, saludó a las demás personas, sentadas alrededor de la mesa, entonces tomó asiento en su sitio, encabezando la reunión, al ser el presidente del banco. Taciturno y con su mente divagando en el pasado, no prestaba mucha atención a esa asamblea, hasta que la estridente voz de una mujer, lo sacó de sus cavilaciones. —¡Santiago Vidal! ¡Infeliz! ¡Desgraciado! ¡Da la cara! —Economista: ¿Qué escándalo es ese? —averiguó uno de los accionistas, observando al hombre con seriedad. El joven presidente parpadeó, arrugó el ceño, sin comprender nada. —Debe ser un malentendido —expresó, aclarándose la garganta. Enseguida se puso de pie y salió a recepción. —¿Qué significa este escándalo? — habló, caminando con profunda seriedad hacia donde su asistente discutía con esa mujer. Se detuvo en seco abriendo sus ojos de golpe al mirar a Angélica, gritando un montón de improperios en contra de él. —Hasta que por fin nos volvemos a ver las caras, infeliz —gruñó abarrotada de ira, al observarlo a él tan campante, lleno de opulencia, mientras su amiga Alba, y su niño, pasaban carencias. —Yo no voy a permitir que vengas a mi trabajo a insultarme —reclamó agitado. —¿Estás loca? —Yo no lo estoy, querido —bufó con ironía la joven—. Él que va a enloquecer eres tú —afirmó presionando sus labios—. Yo solo vine a presentarte a alguien. Santiago la observó confundido, no comprendía nada, giró su rostro buscando con la mirada si de pronto Alba se encontraba ahí, pensó por unos instantes en verla a ella, sin embargo, no fue así. —No entiendo. —Se aclaró la garganta—, estoy en una reunión importante, no estoy para juegos. Angélica bufó, se hizo a un lado, descubriendo al niño, que se escondía detrás de ella, lo tomó de la mano. —Te presento a Alex, es hijo de mi amiga Alba —confesó sosteniéndole la mirada. —¿La recuerdas? —preguntó la joven de cabello oscuro con ironía—. Supongo que no, por eso vine a refrescarte la memoria, porque tú y yo sabemos que conoces al padre del niño. Los labios de Santiago temblaron, la garganta se le secó, sus ojos se clavaron en el pequeño, quién lo observaba parpadeando. Se recargó tambaleando en una de las columnas de la sala de espera, no podía pronunciar una sola palabra. Entrecerró sus ojos respirando agitado, creyendo que todo era un sueño. Los volvió a abrir, y ahí seguía el infante, entonces caminó despacio hacia él. Lo examinó con la mirada, deglutió la saliva con dificultad al verlo luciendo unos pantalones desgastados y zapatos viejos. Su rostro se reflejó en el del niño, era idéntico a él. De la impresión su pulso cardíaco se aceleró. Se llevó las manos a la cabeza, mientras varias lágrimas brotaban de sus ojos. —¡Es mi hijo! —exclamó. El pequeño se estremeció, y retrocedió, del susto dejó caer a los pies de su padre un auto de plástico viejo y sin dos ruedas. Santiago cayó de rodillas, se cubrió el rostro con ambas manos, desbordó su llanto.
Ajustes
Fondo
Tamaño de letra
-18
Desbloquear el siguiente capítulo automáticamente
Índice
Capítulo 1 Introducción: ¿qué será de tí? Capítulo 2 Introducción ii: marcas del ayer Capítulo 3 El fruto del amor Capítulo 4 Nunca sabrás de su existencia Capítulo 5 Mi ser te anhela Capítulo 6 Mentira piadosa appCapítulo 7 Me encantas appCapítulo 8 La impostora appCapítulo 9 Regálame un sí appCapítulo 10 Primera cita appCapítulo 11 El duque de manizales appCapítulo 12 La silenciosas lágrimas de tu tristeza appCapítulo 13 Una enemiga al asecho appCapítulo 14 Nunca te olvidaré appCapítulo 15 Me puedes pedir lo que sea appCapítulo 16 Diana maldonado appCapítulo 17 El primer beso appCapítulo 18 Somos novios appCapítulo 19 Huyamos sin rumbo appCapítulo 20 Un romance en medio de mentiras appCapítulo 21 Ligeras sospechas appCapítulo 22 Hoy serás mía appCapítulo 23 Te prometí appCapítulo 24 Por tí me casaré appCapítulo 25 La mentira tiene fecha de caducidad appCapítulo 26 La verdad duele appCapítulo 27 La verdad sale a la luz appCapítulo 28 Secretos al descubierto appCapítulo 29 Siempre seguirás doliéndome appCapítulo 30 Si me ves llorar por tí appCapítulo 31 Sólo ámame, como te amo yo appCapítulo 32 Medidas extremas appCapítulo 33 Seré padre y madre para ti appCapítulo 34 Aprendiendo a ser mamá appCapítulo 35 Si supiera en dónde estás appCapítulo 36 Es tu nombre, el que llamo appCapítulo 37 No te olvido a pesar de la distancia appCapítulo 38 La vida de alex en peligro appCapítulo 39 Un ángel de nombre: ariadna rinaldi appCapítulo 40 A un paso de saber la verdad appCapítulo 41 ¡Es mi hijo! appCapítulo 42 Amargas verdades appCapítulo 43 No me puedo casar contigo appCapítulo 44 Daría cualquier cosa por estar con ustedes appCapítulo 45 A un paso del reencuentro appCapítulo 46 Frente a frente appCapítulo 47 Solo quedan las ganas de llorar appCapítulo 48 Yo solo amo a una sola mujer, y esa eres tú appCapítulo 49 Culpable soy yo appCapítulo 50 Buscando esposa appCapítulo 51 Solo con un beso appCapítulo 52 La esperanza se vuelve irrecuperable appCapítulo 53 Se me escapa el alma appCapítulo 54 Los grandes amores deben superar muchas dificultades appCapítulo 55 Fugitiva appCapítulo 56 Aprendiendo a mentir appCapítulo 57 Intentando sustituirte appCapítulo 58 ¿Qué voy a hacer con todo este amor? appCapítulo 59 Nuevas ilusiones appCapítulo 60 Visita sorpresa appCapítulo 61 Yo no te olvido appCapítulo 62 Solo con un beso appCapítulo 63 Vientos de cambio appCapítulo 64 ¡Cuánto te quiero! appCapítulo 65 Luto en el alma appCapítulo 66 Tú no podrás faltarme, cuando falte todo a mi alrededor appCapítulo 67 Deja que pase un momento, y volveremos a querernos appCapítulo 68 Maldita suerte appCapítulo 69 Sentimiento de culpa appCapítulo 70 Confesiones appCapítulo 71 Ariadna rinaldi appCapítulo 72 La momposina appCapítulo 73 El beso de tu piel para calmar mi soledad appCapítulo 74 Celos appCapítulo 75 María teresa rodríguez appCapítulo 76 Reencuentro madre e hija appCapítulo 77 Recuerdos del ayer appCapítulo 78 Eternos rivales appCapítulo 79 He renunciado a ti appCapítulo 80 Solo me importas tú appCapítulo 81 Celos e incertidumbre appCapítulo 82 Porque aún te amo appCapítulo 83 Estrella de la noche appCapítulo 84 Reminiscencias appCapítulo 85 A un paso de tu amor appCapítulo 86 Deseo demostrarte que soy la mujer que mereces appCapítulo 87 Rompiendo un corazón appCapítulo 88 Alejandro espinoza appCapítulo 89 Llevarte hasta el cielo, en la nave de mis brazos appCapítulo 90 ¿Una familia maldita? appCapítulo 91 Dolorosos recuerdos appCapítulo 92 Rosas nuevas en tu vientre appCapítulo 93 Vamos a volvernos eternos appCapítulo 94 Durante años esperé tu regreso appCapítulo 95 Siempre quise conocertepapá appCapítulo 96 No sé si volverás, y muero appCapítulo 97 Siempre encontraré la forma de regresar a ti appCapítulo 98 Final (i parte) appCapítulo 99 Final (ii parte) appCapítulo 100 Epílogo app
Añadir a mi biblioteca
Joyread Español
FINLINKER TECHNOLOGY LIMITED
69 ABERDEEN AVENUE CAMBRIDGE ENGLAND CB2 8DL
Copyright © Joyread. Todos los derechos reservados