Capítulo 49 ¡Huelo una rata!
―¡Maldita sea! ―exclamó la multitud, con los rostros llenos de asombro e incredulidad.
Hace un momento, Heraldo se había estado deleitando en su gloria, dando órdenes con aire de dominio. Y ahora, yacía sin vida en el suelo, un simple cadáver... ¡Era un espectáculo asombroso!
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