Jace Hudson lo leyó y dejó el teléfono a un lado. Se paró junto a la ventana y miró hacia afuera. De alguna manera, mirar por la ventana parecía infundirle calma.
Todo parecía estar enredado como una telaraña. Por un lado está Arianna y la culpa que rugía en su conciencia como agua turbulenta.
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