Capítulo 954 Una noche apasionada
Punto de vista de Lila
Me acurruqué en la cama, manteniendo la cabeza baja e intentando evitar que el miedo que sentía me consumiera. Si Jazzy realmente conjuró la oscuridad y fue responsable de que todos se quedaran sin poderes, eso significaba que estábamos en mucho peligro. Aún no estaba claro qué quería ella y cómo logró escapar sin que nadie se diera cuenta. Enzo estaba interrogando a Xander e intentando obtener esa información. Tenían que haber estado trabajando juntos. Fue por culpa de Xander que Val estuvo en hibernación; fue el veneno de la wolfbane con el que me envenenó lo que la hizo dormir durante tanto tiempo. Xander era la razón de muchas de las cosas que me han pasado y no entiendo por qué. ¿Qué había hecho yo para que él me hiciera estas cosas? Sentí lágrimas picando en la parte posterior de mis ojos. ¿Era yo la razón por la que todos en la escuela perdieron sus poderes? ¿Era yo el objetivo principal de ese ataque? Mordí mi labio inferior para evitar sollozar solo con el pensamiento. Mi corazón dolía al saber que yo podía ser la causa de todo esto. Enterré mi rostro en mi regazo y solté un pequeño sollozo, justo cuando la puerta del dormitorio se abrió de golpe. Enzo se paró frente a mí con una expresión preocupada. No dijo nada, solo me miró por un momento, y yo le devolví la mirada a través de mis ojos llenos de lágrimas. Suspiró y entró en la habitación, cerrando la puerta detrás de él mientras se acercaba a mí. Se sentó a mi lado y envolvió sus brazos alrededor de mi cuerpo tembloroso. -Lo siento, nuestra noche de cita se arruinó-, murmuró contra mí mientras besaba la parte superior de mi cabeza. -No era mi intención-. No pude evitar reír entre lágrimas. -Creo que tenemos cosas más importantes de las que preocuparnos-, le dije, mirándolo. Se inclinó y besó mi frente. Cerré los ojos, inclinándome hacia su contacto y amando la sensación de sus labios contra mí. -Tú eres mi principal preocupación-, susurró. -No me preocuparé por cosas como esta. Te mereces mucho más hoy-. -Nuestra cita fue perfecta, aunque se haya acortado-, le dije cariñosamente. -Íbamos a ir a la playa y ver las estrellas juntos-, dijo, y aunque no lo estaba mirando, sabía que estaba puchereando adorablemente. Me reí mientras enterraba mi rostro en su pecho. -Hace frío afuera-, le recordé. -No íbamos a nadar-, dijo, y escuché la ronquera en su tono, haciendo que mis mejillas se calentaran. Lo miré a través de mis pestañas húmedas y no pude evitar la pequeña sonrisa que apareció en mis labios. -¿Solo íbamos a ver las estrellas?- pregunté, escuchando la ronquera en mi propio tono. Val estaría orgullosa de que estuviera coqueteando con nuestro mate; dioses, la extrañaba tanto. Vi los deseos brillando en sus ojos. -Entre otras cosas-, dijo con una sonrisa burlona. Se acercó más a mí y rozó sus labios contra los míos. Con todo lo que ha pasado hoy, casi olvidé lo increíble que sabía. Era dulce y hacía que mis labios se estremecieran de alegría y amor. Alzó su mano hasta la nuca de mi cuello y la acarició suavemente, dejando que escalofríos eléctricos recorrieran mi cuerpo. Inhalé su aroma mientras él sostenía la parte posterior de mi cabeza con sus fuertes manos, manteniéndome en su lugar. Pronto rompió el beso de mis labios y los recorrió por el costado de mi rostro y por mi cuello hasta llegar al punto dulce que él reclamó y marcó como suyo. Me reí mientras él mordisqueaba y chupaba su marca. Mi corazón latía tan rápido contra mi pecho que pensé que iba a escapar de mi cuerpo. Con todo lo que ha estado sucediendo últimamente, necesitaba esto más que cualquier otra cosa. La única cosa que podía hacer que olvidara todo el estrés y los miedos que me han consumido era el amor de mi mate. Sus manos bajaron por los costados de mi cuerpo hasta llegar al borde de mi vestido de verano. Ya me había quitado el cárdigan que llevaba cuando me metí en la cama, pero aún llevaba el vestido de verano. Al menos lo llevaba hasta hace un segundo, cuando sentí que él lo levantaba sobre mi cuerpo. Una vez que llegó a la mitad superior de mi cuerpo, lo ayudé a quitármelo. No llevaba sujetador porque Rachel siempre me decía que llevar sujetador con mis vestidos era de mal gusto y que necesitaba dejar que las chicas respiren de vez en cuando. En ese momento, agradecí su consejo porque hizo las cosas mucho más fáciles. Al principio, Enzo me miró con sus ojos; vi el deseo y el amor que persistían en su mirada mientras me observaba. Solo llevaba las braguitas blancas y sedosas que había comprado durante una de mis compras con Brianna; tenía un pequeño lazo rosa en la parte delantera que atraía a Enzo. No pude evitar la risa que escapó de mi boca mientras él jugaba con el lazo con sus dedos justo antes de deslizar las braguitas por mis piernas hasta que llegaron a mis tobillos. Sin embargo, no se las quitó por completo, y yo no las pateé. En cambio, levantó mis piernas y se colocó en medio de ellas, de modo que cada pierna descansaba sobre sus hombros y las braguitas actuaban como un puño que las mantenía en su lugar. Habíamos llegado a un punto en nuestra relación en el que dejé de sentirme cohibida por tener a Enzo mirando mi cuerpo desnudo, pero ahora solo me retorcía de anticipación mientras él se inclinaba sobre mí, observándome. -Hueles tan bien-, dijo en un susurro. Se acercó más a mí y cerré los ojos, sintiendo su lengua jugueteando con mi clítoris. Jadeé ante la increíble sensación de su lengua suave y cálida, complaciéndome y saboreándome por completo. Mi cuerpo se encendió de calor y sentí mis jugos corriendo por mis piernas mientras él lamía cada parte de mí. Gemí profundamente, clavando mis uñas en las sábanas. Arqueé la espalda y presioné mi cabeza más en la almohada que estaba debajo de mí. -Oh, Enzo...- gimoteé. Lo quería; quería mucho más de él. Quería sentirlo dentro de mí. Pero él continuó provocándome con su lengua y saboreándome. Un gemido bajo escapó de la parte posterior de su garganta y cuando lo miré a los ojos, vi que brillaban mientras su lobo luchaba por tomar el control. Mi único pensamiento en ese momento fue: -Val habría amado esto-. Me sentí un poco triste al saber que ella no estaba conmigo en este momento y que se estaba perdiendo algo increíble, pero el pensamiento pronto desapareció cuando comenzó a correr sus besos por mi torso hasta llegar a mis pechos. Tiró de mis pezones con sus dientes, enviando una ola de calor a través de mi cuerpo. Se me erizaron los vellos de la piel y gemí de placer, pasando mis dedos por su cabello grueso y suave, masajeando su cuero cabelludo. -Enzo...- gimoteé. -Por favor...- Mi cuerpo estaba en agonía, deseando aún más de él. Vi una sonrisa asomándose en sus labios mientras encontraba mi mirada. Vi a su lobo, luchando aún más ferozmente por tomar el control. Casi quería que tomara el control. Quería que se apoderara de mi cuerpo y me reclamara como suya una y otra vez. Se apartó de entre mis piernas, llevándose mis braguitas y dejándome jadeando y deseando más. Lo observé ansiosamente mientras se quitaba la ropa y luego volvía a subirse encima de mí. Pasé mis dedos por su increíble cuerpo musculoso, sintiendo cada abdominales y músculo que ocupaban su cuerpo. Pasé mis dedos
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