Capítulo 946 Oscuridad
Punto de vista en tercera persona
La noticia llegó rápidamente a Jazzy de que su hechizo había funcionado. Todas las brujas y aquellos que habían sido bendecidos por la diosa de la luna eran impotentes en la escuela Higala para cambiantes. Eso la complació enormemente. Significaba que estaba un paso más cerca de eliminar a los lobos Volana para siempre. Por supuesto, esto no era algo que pudiera hacer sola. Ni siquiera el Alfa Jonathan y sus secuaces podrían ayudarla con este siguiente paso. Se necesita algo increíblemente poderoso y oscuro para acabar con todos los Volanas. Para hacer esto, necesitaba invocar a un viejo amigo. Aunque sus visitas no suelen venir sin un precio. Por eso no lo había invocado en años, pero ahora que la luna roja completa estaba a punto de llegar, sabía que no podía esperar mucho más. Douglas, un joven guerrero en la manada del Alfa Jonathan, designado para protegerla, estaba a su lado mientras ella le daba órdenes. No era mayor de 18 años; un guerrero gamma recién llegado, y perfecto para lo que ella necesitaba. Podía oler su inocencia a millas de distancia y eso la complacía mucho. El Alfa dijo que ella podía hacer lo que necesitara, y esto era exactamente lo que necesitaba. Se paró junto a la ventana de la habitación que le habían dado, mirando la luz de la luna y permitiendo que los rayos bailaran sobre sus rasgos brillantes y radiantes. Cerró los ojos y pensó en el día en que sus padres murieron. Había visto con sus propios ojos cómo un lobo Volana mordía su carne cruda y los destrozaba a ambos. Su magia no era lo suficientemente fuerte como para defenderse y Jazzy había gritado a todo pulmón al ver cómo sus padres encontraban su fin fatal. Fue su hermana mayor, Hazel, quien tapó los ojos de Jazzy ante la espantosa escena y luego la sacó de allí antes de que el lobo Volana dirigiera su atención y sus afilados colmillos hacia ellas. Jazzy tenía una mezcla de emociones corriendo por su cuerpo, pero la que más la afectaba era la ira. Por supuesto, en ese momento, no quería admitir tal cosa. Mientras otros en su aldea, incluyendo a su hermana, lloraban la muerte de sus queridos padres, Jazzy estaba sumida en su propia ira. Furiosa de que algo así pudiera suceder y de que no se estuviera haciendo nada al respecto. Fue durante ese tiempo que Jazzy lloró. Las lágrimas que escaparon de sus ojos y empaparon sus jóvenes rasgos estaban llenas de odio; estaban llenas de ira. Estaban llenas de oscuridad. Fueron esos recuerdos y ese odio lo que llenó las lágrimas que lloró mientras miraba la luz de la luna. Eran lágrimas llenas de tanta oscuridad que eran suficientes para invocar a los demonios más oscuros. Mientras lloraba y miraba la luna a través de su ventana, tarareaba la suave melodía que su madre solía cantarle cuando era niña. Una melodía que la acompañó durante toda su vida; fue la misma melodía que tarareó la noche en que lo invocó por primera vez por accidente. -Hace frío aquí...- las palabras de ese joven guerrero interrumpieron sus pensamientos. Se abrazaba a sí mismo y temblaba; la miraba con los ojos muy abiertos mientras ella se volvía hacia él. Permanecieron en silencio durante mucho tiempo y ella admiró que él fuera lo suficientemente valiente como para hablar primero. -Estás llorando-, dijo frunciendo el ceño. Había una genuina preocupación en su rostro. Los hombres eran tan fáciles de manipular; todo lo que se necesitaba era un rostro bonito. -¿Estás bien?- Ella se acercó al pequeño caldero negro que había colocado en el centro de su habitación y dejó caer algunas gotas de sus lágrimas dentro. Escuchó cómo chisporroteaba, aunque no se aplicó calor. Se volvió hacia Douglas y le dio una sonrisa dulce y seductora. -Dime, Douglas...- dijo, acercándose más a él, balanceando sus caderas y atrayendo sus ojos hacia sus curvas encantadoras. -¿Alguna vez has sentido el tacto de una mujer?- Sus cejas se alzaron ante su pregunta mientras escaneaba su rostro. -No estoy seguro de entender tu pregunta, señora-, dijo, molesto por su formalidad. Ella le dio otra sonrisa mientras mordía su jugoso labio inferior, mordiéndolo mientras lo observaba. Era un chico alto con grandes músculos y un rostro agradable. Pero el aroma de la pureza era evidente para ella. Colocó una mano en su bíceps y acortó la distancia entre ellos. -Quiero decir...- comenzó, inclinándose hacia su oído para poder susurrarle, permitiendo que su aliento acariciara su rostro. -¿Alguna vez has hecho el amor antes?- Podía ver cómo los vellos de sus brazos se erizaban y su cuerpo entero se tensaba. Su lengua pasó suavemente por su lóbulo de la oreja y él cerró los ojos, inclinándose hacia su contacto. Ella pasó sus delgados dedos por su amplio pecho a través de su camisa y agarró su camisa suavemente. -Yo... yo no...- tartamudeó, su voz bajando a un susurro como si tuviera miedo de ser escuchado. Una sonrisa tiró de la comisura de sus labios, pero la reprimió. Pasó sus dedos hasta su cuello y apoyó su palma en su mejilla, haciéndolo mirarla. Su respiración se había profundizado, al igual que la suya. Fue él quien cerró el resto del espacio entre sus labios. Estrelló su boca contra la suya y la besó con avidez. Conquistó su boca y la hizo suya. Su lengua entró rápidamente en su boca; la besó como si tuviera sed y ella fuera su agua. Envolvió sus fuertes brazos alrededor de su curvilínea cintura y la atrajo hacia él; ella le permitió hacerlo. Quería que él tuviera un pequeño sabor de lo que se estaba perdiendo, y ella también lo quería. Era bastante guapo y le gustaba su inocencia. Douglas rompió el beso de su boca y recorrió sus labios y lengua por la nuca de su cuello; incluso dejó escapar un pequeño gemido para mostrarle que eso le gustaba mucho. Sus fuertes manos buscaron su cuerpo, desesperado por quitarle la ropa. Fue ella quien desabrochó su blusa, para darle una mejor vista de sus pechos; la lujuria que apareció en sus ojos, cuando la miró, fue suficiente para que ella lo deseara. Colocó sus manos en la parte posterior de su cabeza y lo empujó hacia su pecho para que pudiera hundirse en sus senos. Besó y mordisqueó sus pezones expuestos, haciendo que ella echara la cabeza
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