Capítulo 56
El tiempo pasó entre risas y copas de champaña. Su cabeza zumbaba y sus sentidos estaban confusos. Pero ella sabía que en realidad no podía culpar al alcohol de su nivel de embriaguez. Brad era como una droga adictiva que había penetrado en su torrente sanguíneo, dejándola necesitada y nunca enteramente satisfecha. Cuanto más tenía de él, más lo quería.
Cuando aceptó el trato, las condiciones parecían sencillas. Un cambio de sexo por dinero y nada más. Pero desde el primer instante en que la había tocado, su unión había sido ardiente, como gasolina lanzada encima de un fuego rugiente.
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