Capítulo 34 Intenso
Livia no era capaz de ponerse de pie y menos de mirarlo a la cara. Era el peso de la vergüenza y la repulsión de sentirse utilizada lo que no le permitía enfrentarlo y reconocer que, de nuevo, había caído en el juego nauseabundo de sus padres, ese del que juró alejarse años atrás.
Franco se sentó a la orilla de la cama y encendió un cigarrillo sin dejar de mirarla. La música del piso inferior había cambiado a baladas desde hacía un buen rato y las risas habían menguado considerablemente.
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