Capítulo 8 Primer día

Acababan de llegar al edificio de Modas Baumann, MB para la mayoría; un conglomerado que manejaba su propia línea de cosméticos, indumentaria exclusiva y a las más famosas modelos del país. En la actualidad querían incursionar en los medios de comunicación escrita y radial con una revista y una emisora —el sueño de Elías Kramer— y por el que ella había considerado acudir a la entrevista —sin dejar a un lado el salario, por supuesto—. Ella anhelaba formar parte de ese equipo desde el principio y aunque no lo habían mencionado en la entrevista, ya vería la forma de hacerse notar para ese proyecto frente a los directivos cuando llegara el momento. El puesto como fotógrafa en esa revista sería suyo. —No le digas a Franco que dormí en tu casa —le suplicó Elías juntando las manos. —No veo la necesidad de decirle al jefe nada de lo que hago. Es mi vida privada —aclaró confundida y porqué no decirlo, un poco molesta por el pavor que le mostraba el fotógrafo. —Tú no conoces lo celoso que es Franco. —Oh, ya veo —dijo fingiendo una sonrisa para ocultar el nerviosismo por semejante confesión. Livia no tenía idea de que su jefe inmediato y el jefe de ambos estaban tan unidos. Ahora era ella la que no quería que Elías se enterara de que ella había probado a semejante bombón. Ya no se sentía tan arrepentida por haberlo abandonado en lo mejor de la noche, aunque no le hubiese brindado el oral que habían pactado. Quería llorar por haber metido la pata y algo más desde antes de empezar. Todo por dejarse guiar por su calentura y las ganas que tenía de encajarle los dientes a ese arrogante. Recordarlo bajo su cuerpo la hizo resoplar cuando entraban al ascensor, se sentía acalorada y tuvo que apretar las piernas para que la sensación que volvía a ella justo en ese lugar no la hiciera estremecerse. Por primera vez tuvo el deseo de repetir con alguien y eso la hizo escapar de esa manera. Había encontrado a un hombre que al fin la hacía dudar de su dominio entre las sábanas, pero justo horas después se había convertido en «INTOCABLE». Quería ser amiga de Elías y no solo porque le convenía, si no porque en realidad le agradó su forma de comportarse con sus amigas e incluso con ella cuando lo acompañó a su apartamento. Su coquetería no era avasallante, a ella le hacía gracia. Porque se le notaba como algo natural. Ese estilo resuelto y llevadero que siempre quiso tener ella misma, pero que nunca pudo adoptar. Tenía pocas horas de relacionarse con él, pero lo admiraba y sabía que si él era así en realidad, podía llegar a formar parte de su pequeño círculo de amigos. Las puertas del ascensor se abrieron y frente a ellas, Franco esperaba con las manos en los bolsillos y con una mirada que cualquiera en su sano juicio interpretaría como una señal inequívoca para empezar a correr muy, muy lejos. Elías llevaba lentes de sol y su estilo desenfadado de jeans y camiseta, esta vez ambas prendas negras. Ella iba casi igual, aunque su camiseta era color violeta. Ambos iban con el cabello húmedo por culpa de Elías y su broma infantil de pintarle varios mechones de naranja con tiza para el cabello, así que no tuvo más opción que lavarlo. Él sostenía un café en su mano y miró indolente a Franco que se aclaró la garganta como si su mirada no hubiese sido suficiente. No la miraba y ella se sintió agradecida por eso. —¿Qué hora es, Elías? —preguntó dándoles espacio para pasar. Livia creyó que era una trampa para sacarle las vísceras. —No sé, ni siquiera puedo coordinar mis pensamientos —respondió poniendo un brazo sobre Livia. Ella quiso encogerse y gritar: «¡No me toques! No olvides que es celoso», pero creyó que solo había un sonido extraño, como de un pequeño ratón. —Te llamé a tu casa… —dijo detrás de ellos. Ese era un tono de ira contenida. Livia quiso explicar que no lo había tocado. —No dormí allí —Elías solo lo miró por encima de su propio hombro sin dejar de caminar—. Me quedé con Livia y tampoco me dejó dormir —explicó con una sonrisa lobuna de la que ella quiso escapar. Sentía la mirada de Franco traspasándole la espalda y solo pudo arañar con fuerza a Elías en el costado. Este aguantó como un valiente, jamás había visto tanto autocontrol en un ser humano. Aunque sí, su rostro de tez blanca cambió a un rojo granate bastante intenso, pero no hizo ni el más mínimo ruido. —¿Ah sí? —Franco sonreía sin gracia, parecía un espectro descrito en un libro de terror. Un ser dispuesto a hacerte pagar por cada una de tus faltas de esta vida y de cualquier otra, si es que creías en ello. —Yo… —dijo ella para aclarar el asunto. —Tú, Livia Ávalos —interrumpió Elías con calma—. Irás a Recursos Humanos para que te den tu identificación y firmes el contrato. Cuando termines, te veré en el estudio B. No tardes. Claro que iría a Recursos Humanos, a Recepción, a traer el café, el periódico o lo que se le ocurriera a cualquiera. Ella no quería estar frente a esos ojos que le explicaban a detalle de cuántas formas se puede eliminar un cadáver. Respiró con angustia cuando volvió por el camino transitado de hace unos minutos. No sabía dónde quedaba el bendito departamento, pero ya preguntaría en otro lugar. Expulsó el aire que tenía en los pulmones, sintiendo que había salido ilesa de ese enfrentamiento y bajó la vista para recuperar el aliento, pero unos zapatos brillantes llamaron su atención. Franco la miraba como si quisiera matarla. No cruzaba el umbral hacia el ascensor y las puertas se cerraban cuando preguntó: —¿Te fuiste con él? —Pero no me acosté con tu novio —afirmó con una seguridad que en realidad no sentía. La puerta se cerró, pero la imagen de Franco con la boca desencajada y la carcajada de Elías tras él, no la olvidaría jamás.
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Índice
Capítulo 1 La entrevista Capítulo 2 Primera impresión Capítulo 3 Soluciones temporales Capítulo 4 La mala suerte sigue Capítulo 5 Cambio de prioridades Capítulo 6 Jefe Capítulo 7 Café matutino Capítulo 8 Primer día Capítulo 9 Modas Baumann Capítulo 10 Aclarando puntos Capítulo 11 Los extraños Baumann appCapítulo 12 Tradicional cena familiar appCapítulo 13 SIn emociones de por medio appCapítulo 14 ¿Un obstáculo más? appCapítulo 15 Sin escapatoria appCapítulo 16 El juego inicia appCapítulo 17 La verdadera recompensa appCapítulo 18 Los hermanos García appCapítulo 19 Conversaciones incómodas appCapítulo 20 El castillo Baumann appCapítulo 21 Atrapados appCapítulo 22 El Abaddon appCapítulo 23 Jefe y enemigo appCapítulo 24 Confesión appCapítulo 25 Contratiempos appCapítulo 26 Sin fuegos artificiales appCapítulo 27 Decepción appCapítulo 28 Después de todo appCapítulo 29 Esta noche appCapítulo 30 El juego acaba de empezar appCapítulo 31 ¿Verdad o reto? appCapítulo 32 Adictivo appCapítulo 33 Evidencia appCapítulo 34 Intenso appCapítulo 35 Piezas de información appCapítulo 36 Cautiva appCapítulo 37 Malos recuerdos y una promesa appCapítulo 38 Destruirla appCapítulo 39 Misión appCapítulo 40 Vendetta appCapítulo 41 Una pista appCapítulo 42 Pago de deudas appCapítulo 43 Consecuencias appCapítulo 44 Nada más que cenizas appCapítulo 45 El Colombiano appCapítulo 46 Reacciones appCapítulo 47 Confrontación appCapítulo 48 Secretos appCapítulo 49 Del cielo al infierno appCapítulo 50 Orden del médico appCapítulo 51 Pérdidas appCapítulo 52 Breve despedida appCapítulo 53 Un aliado appCapítulo 54 Celos appCapítulo 55 Lealtad appCapítulo 56 Obsequio italiano appCapítulo 57 Traición appCapítulo 58 Es hora appCapítulo 59 Amanecer junto a ti appCapítulo 60 Ángel oscuro appCapítulo 61 La sentencia para Darío appCapítulo 62 Exorcismo appCapítulo 63 Entre amigos appCapítulo 64 Te extrañé appCapítulo 65 Lo que quiero es appCapítulo 66 Epílogo app
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