Capítulo 139 ¡Todo está muerto!
La finca Perrone no estaba lejos del aeropuerto. En menos de treinta minutos llegamos a la bodega, que también albergaba la casa donde nació y creció mi hermano.
Aunque no lo sentimos, ya que estábamos cobijados dentro del auto, el intenso frío se veía en la calle, aún con el sol saliendo tímidamente entre las montañas.
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