Capítulo 40 ¡Ahora!
Nuestro beso ahora era intenso. No había más ligereza, no había más dulzura. A veces mordía sus labios, pero mi deseo era morder cada parte de su cuerpo.
Bajé con dificultad por mis labios hasta su cuello, porque de vez en cuando me volvía a acercar a su boca, besándome con voracidad y tardando mucho en soltarme. Arrastré chupones por su cuello mientras él gemía, deteniéndome en su hombro, que mordí en venganza por lo que había hecho la primera vez que nos tocamos.
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