Capítulo 121 ¿A quién vamos a matar primero?
Los labios de Héctor encontraron los míos, ansiosos, enloquecidos, como si quisieran tragarme. Su lengua era exigente y traté de seguir el mismo ritmo y latir, mientras mi cuerpo comenzaba a relajarse ya la vez hervir.
Nunca se me pasó por la cabeza que el sexo pudiera relajar. O incluso deseando que suceda en medio del caos. Pero en ese momento, sentí que tenerlo dentro de mí era esencial.
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