Capítulo 8 ¿Dónde estoy?
En cuanto ella piso el acelerador, el coche que la seguía también lo hizo a tal punto que el parachoques del mismo rozaba la parte trasera de su automóvil.
—¿Pero qué carajos le pasa a este tío? —Se pregunta frustrada, frunce el ceño mientras maniobraba el volante intentando no volcarse.
Casey observa por los espejos laterales del coche, pero era inútil, no conseguía detallar aquel automóvil. Entonces, fue cuando siente que golpean levente su auto, esa fue la gota que derramo el vaso. Si de verdad era el idiota de Cauther, iba a tener muchísimos problemas con su padre por aquel atropello. La joven comenzó a reducir la velocidad, y el coche de atrás la imito. Pronto, intento a orillarse. Pensaba confrontar a ese estúpido de una vez por todas, se queja su subconsciente.
Miró por el retrovisor fijándose que el coche se detuvo a cierta distancia del de ella, Casey se quita el cinturón de seguridad y hace amago de bajarse, pero entonces de la nada el carro de atrás impacta ferozmente su automóvil consiguiendo que la pelinegra estrellara la frente contra el volante, quedando algo inconsciente. Al cabo de unos segundos, Casey levanta un poco el rostro, viendo borrosa la autopista, en eso siente como un líquido tibio baja de su cabeza hasta cruzar por sus ojos y terminar desliándose por su mejilla.
—¡¿Qué?! —Se pregunta desconcertada.
De pronto, el vidrio de su ventana es partido en miles de pedazos, ella protege un poco la cara de los trozos de cristales y, es cuando percibe a una figura masculina quitándole el seguro del coche para abrir la puerta. Ella no comprendía que estaba sucediendo, ¿la estaban ayudando? Su cuerpo fue sacado del carro de una manera ordinaria, en eso ella escucho como una tela se rasgó. A duras penas abrió los ojos fijándose que se estaba alejando de su coche, luego miró hacia abajo y lo que vio fueron sus piernas medio desnudas siendo arrastradas por el asfalto.
Muy atrás había dejado su tacón, y el otro aún seguía calzado en su pie. Casey se obliga a parpadear frenéticamente queriendo despertar de lo que parecía ser una horrible pesadilla, pero cuando la introdujeron bruscamente en otro coche supo que no era un sueño. Todo era real, se la estaban llevando.
—No, por favor —Logra decir al fin, en tono de súplica.
—Duérmela —Alguien ordena, seguido de eso, le colocan un pañuelo que cubre su boca y nariz.
Si antes miraba todo borroso, con aquel horrible olor veía peor. Pronto, Casey ya no veía nada y todo se había vuelto negro a su alrededor. Ella cerró los ojos, sumergiéndose en una profunda oscuridad aterradora.
[…]
Cauther no perdió de vista como el coche de Casey que se alejaba de la entrada de la casa. El pelinegro saca un cigarrillo de su bolsillo y lo enciende, al expulsar el humo, de sus labios surca una semi sonrisa.
—¡Que interesante mujer! —Y justo en ese momento, Rafael hace acto de presencia llegando a su lado.
—Cauther, ¿has visto a mi hija?
—Se fue —Contesta inhalando nuevamente de su cigarrillo, mientras observa la salida de la mansión por la que ya no se podía ver el coche de Casey.
—Casey es una malcriada, es una niña —Cauther lo observa de reojo, él opinaba diferente.
—Ya debo irme, únicamente vine porque me lo pediste Rafael —Decide ignorar el comentario de su amigo.
—Sí, gracias por venir.
Cauther camina hasta donde estaba su coche aparcado, inmediatamente se sube al mismo y lo pone en marcha siguiendo el mismo sendero por el que Casey se había ido… varios minutos de conducción más tarde, Cauther observa las luces rojas de un coche mal aparcado en orillas de la carretera. Redujo un poco la velocidad, todo estaba lo bastante oscuro como para ver nada. Así que no estaba seguro de que alguien estuviera accidentado y caminando por allí para buscar ayuda.
Pero al pasar algo lento por el costado de aquel coche, inmediatamente Cauther freno su automóvil no más ver el modelo de carro. En seguida se bajó del mismo y corrió hacia aquel auto, al acercarse al interior, se percató de que Casey no estaba por ningún lado. Reparo en los daños, fijándose que el coche tenía un gran golpe en la parte de atrás, la ventanilla estaba rota y el volante del auto se encontraba salpicado de sangre.
—¡Casey! —Masculla.
Luego miró el suelo detectando uno de sus zapatos, siguió la dirección del camino del zapato, pero no logro ver nada… saco su móvil y alumbro la vía, justo lo que estaba pensando. Había marcas negras hechas por unos neumáticos. Alguien había impactado el auto de Casey por la parte de atrás y terminaron por sacarla a rastras del coche.
—Maldita sea, se la han llevado —Argumenta empuñando los puños.
Regresa sobre sus pasos para volver al interior de su coche, velozmente marca un número en su móvil seguido de poner en marcha el automóvil.
[…]
Se meneaba de un lado para el otro, era como si la estuvieran llevando a cuestas. De pronto Casey sintió un espantoso revoltijo en su estómago que la hizo vomitar en segundos, y fue cuando abrió los ojos fijándose que se encontraba a varios centímetros del suelo ¿Qué estaba pasando? ¿Dónde estaba?
—Maldita sea, la estúpida me ha vomitado los putos pantalones —Vocifera el sujeto que la llevaba a cuestas y, de inmediato la tumbo en el suelo logrando que ella colisionara su trasero contra el duro concreto —. Estúpida perra, ¿Cómo te atreves a vomitarme encima?
El hombre hizo amago de cachetearla, pero una mano lo detuvo en el aire. Casey se alejó rápidamente muerta del miedo de su atacante y sin entender que estaba sucediendo, ¿Por qué la querían golpear? ¿Por qué estaba en ese lugar tan lúgubre? ¿Quiénes eran esos tipos? Pero sobre todo, ¿Quién demonios era ella?, no recordaba absolutamente nada, ni como llego allí, ni porque la tenían en ese lugar.
—No golpees a la mercancía animal, si tiene moretones su costo no será el mismo.
—La perra me vomito —Objeta el hombre furioso.
—Me importa una mierda tus malditos pantalones, a esta no quiero que la golpees. Así que ve por el médico, esa herida que tiene en la cabeza parece importante.
—Solo se golpeó la cabeza con el volante, no es nada.
—¡VE POR EL MALDITO DOCTOR! —Le gritó exasperado.
El hombre asiente a regadientes, en lo que se marcha, Otto vuelve la mirada hacia la joven pelinegra. Estaba sucumbida por el miedo, pero ese terror que demostraba la hacía ver más apetecible. Seguramente pagarían una buena fortuna por una niña tan bien cuidada como ella, se le notaba la clase. El hombre miró sus atuendos, no era como las otras chicas, esta era de clase muy diferente.
Llevaba unos pendientes bastante brillantes, vacilo con que fueran falsos. Otto quedo en cuclillas ante ella, pero su acercamiento hizo que la chica se asustara todavía más.
—Tenerme miedo no te salvara de nada, será mejor que te vayas acostumbrando a ver mi rostro.
—¿Dónde estoy?
—¿Cómo te llamas? —Casey lo miró, demostrando una total confusión en su rostro —. Sera mejor que me digas por las buenas cómo te llamas, no querrás saber que suelo hacer para hacer hablar a las chicas como tú.
—No…no lo sé —Contesta tartamudeando —. No sé cómo me llamo —Añade mientras suelta varias lágrimas.
Otto percibe que sus palabras eran legítimas, la chica había perdido la memoria. Realmente era un buen golpe el que se había dado, no obstante, era un buen punto a su favor. Si ella no recordaba nada de su vida, sería más fácil de manipularla. El hombre muerde sus labios, observando aquellos pendientes muy brillantes. Se acercó a ella un poco más y de un jalón se los quito.
—¡Ah! —Casey se queja lloriqueando aún más.
—No te harán falta aquí —Se pone en pie guardando los pendientes en sus bolsillos, en eso aparece el medico detrás de él.
—Otto…
—Te dejare a solas con ella, ha perdido la memoria.
Se da la vuelta saliendo de aquella habitación carente de cama o sillas… solo era un cuarto sin ventanas, más bien era como un cuarto de una prisión. Casey, observa al nuevo hombre que apareció en la entrada y siente todavía más miedo, ya que ese sujeto vestía como si fuera un doctor.
—No tengas miedo, no te voy a lastimar.
—¿Quién es usted?
—Soy doctor, solo revisare esa herida que tienes en la frente.
—No quiero, quiero irme de aquí —Casey se rehúsa retrocediendo un poco más consiguiendo golpear su espalda contra la pared.
—Tranquila —Se aproxima hacia ella tan rápido que no le permite escapar hacia ningún lado.
—No, por favor no, suélteme —Dice entre el llanto, pero sin ver lo que el doctor le estaba haciendo hasta que siente un pinchazo en el brazo, seguido de eso empieza a marearse y adormecerse —. ¿Qué fue lo que me hizo? —Lo miró frunciendo el ceño cuando de repente su cuerpo se relaja por completo.
—Todo estará bien, tranquila —Susurra acariciando su cabello.
Todo comenzó a volverse oscuro y, sus parpados se tornaron muy pesados al punto que no conseguía mantener abiertos los ojos. Casey balbuceaba palabras sin sentido al mismo tiempo que caía sobre los brazos del doctor completamente inconsciente.