Capítulo 7 ¿Quieres tu ligero?
—¿Ocurre algo, hija? —Rafael la miraba con ciertos recelos.
—Yo no quiero bailar con este hombre, lo único que deseo es irme a casa padre —Susurra para que su conversación no se hiciera pública.
—¡Casey! —La voz de reproche de Rafael no intimido a su hija.
—No te preocupes Rafael, de igual forma yo pensaba retirarme ya. No hay nada que me haga seguir en esta fiesta —Argumenta Cauther tan remiso como siempre.
Aquel comentario hizo que a Casey le hirviera la sangre, tanto así que miró de reojo a Cauther notando una vena bastante marcada en su frente, ¿Acaso se habría cabreado por decir que no deseaba bailar con él?, bueno si era así, a ella que le importaba. Que se jodiera el muy capullo, se lo tenía merecido por andar de ladrón de prendas íntimas.
—Casey, no te permito que hables de esa manera. Que va a pensar Cauther de tu comportamiento, recuerda que algún día serán socios, no puedes…
—¿En algún momento te has puesto a pensar en lo que yo siento, padre?, Desde que mi madre murió, al menos has pensado en mis sentimientos.
La pelinegra le contesta a su padre de manera rebelde. Estaba harta de ser la hija obediente, hasta cuando pensaba tratarla tan fríamente. A veces sentía que no la quería, el vacío que yacía en su interior era terrorífico. Tenía un padre, pero no gozaba de su amor y cariño, entonces, ¿para qué diablos lo tenía? Todo era una maldita apariencia.
—Casey, ¿Cómo me hablas de esa manera? —El hombre da un paso hacia ella.
Cauther percibe rebeldía en las acusaciones de Casey Monroe, jamás la había visto actuar de esa manera tan desobediente para con su padre. De hecho, estaba bastante sorprendido por su actitud, siempre creyó que era una mujer bastante sumisa o eso era lo que Rafael hacía creer de ella. Pero mira que se había equivocado el propio padre para con su pequeña y rebelde hija.
—¡Me voy, padre!
Casey pasa a un lado de su padre, echando chispas por todos lados, toda ella irradiaba furor, irritación, agitación… Cauther estaba seguro que si alguien cortara un poco de su piel, esta no echaría ni una sola gota de sangre. Sí que lo tenía sorprendido, no lo podía negar.
—Cauther, como lo siento. No sé qué le ha pasado a mi hija —Contesta con expresión abatida, era más que obvio que estaba consternado por la actitud de su única hija.
—No te preocupes, Rafael.
—¿Qué ha pasado, Rafael? ¿Por qué Casey se ha ido tan de repente? —Genaro se les unió en cuanto se percató de que su sobrina se marchaba con la frente en alto y resonando sus tacones, estaba siendo el centro de todas las miradas.
—No es nada, Genaro… —El hombre niega —. Ella… —Mira el corredor por donde Casey se perdía.
—¿Quieres que vaya a por ella? ¿Qué hable con ella para que regrese?
—No, está bien.
[…]
Era increíble, su padre era un desconsiderado con ella. Su corazón no soportaba tanto dolor, pero también tanta furia. Qué clase de padre era como para no darse cuenta que no le demostraba ningún tipo de afecto.
—Y para colmo, me hace querer bailar por mera obligación con ese Cauther. Es tan irritante que me produce cólera, que jodida molestia que tenga que ser mi socio en algunos años. No tengo la más minina idea de cómo nos vamos a llevar si las cosas continúan de esta manera.
Ella recoge la cola de su vestido para bajar las escaleras tan rápido que creyó que se iría de boca por la imprudencia de sus pasos, pero no le importo, no deseaba tener que lidiar con su padre en caso de que la siguiera. Bueno, aunque eso jamás iba a suceder, Rafael no era de los hombres que hiciera ese tipo de cosas.
En cuanto llego hasta su coche quito la alarma y antes de que pudiera entrar en el mismo, alguien la hace girar quedando frente a frente con esa persona.
—¡Con que huyendo! —Cauther acorralo a Casey entre su coche y su enorme cuerpo.
—¿Pero qué diablos pasa contigo? —Intenta zafarse de su encerrona, pero los poderosos brazos de su captor se lo impidieron —. ¿Qué es lo que quiere? —Pestañea furiosamente.
—¿No quieres que te regrese tu liga? —Saca la prenda de su saco para mostrársela, de pronto las mejillas de Casey se enrojecieron, agradeció la oscuridad del estacionamiento que impidiera que se le notara —. Eso me dice que si las quieres de vuelta.
Era un maldito hijo de puta, mira que venir a ondear sus prendas íntimas así como si nada. ¿Qué diablos se proponía ese idiota? Frente de su padre era una persona y delante de ella era otra. En un movimiento rápido, la pelinegra intenta arrancarle la liga de la mano, pero fue inútil.
—Regrésemelas —Demanda.
—¿Qué te hace pensar que te las pienso devolver?
—¡Vaya! Que sorpresa, no creí que el mejor amigo de mi padre tuviera ese tipo de afición por la ropa femenina. Al parecer, el misterioso Cauther Lance Acrom esconde un oscuro pasado.
Ella espero una reacción desfavorable por parte de ese hombre, no sé, una mala contesta o un impulso violento. Pero no pasó nada, lo único diferente que ella notó fue la vena que titilaba en la frente de Cauther, era tan estoico ese hombre que la dejo verdaderamente, sorprendida.
—Debo admitir que me has sorprendido esta noche —Contesta metiendo la liga nuevamente en su bolsillo bajo la atenta mirada de la pelinegra.
—Lo dudo, hasta ahora no he percibido ninguna expresión diferente en su rostro que la misma remisa de siempre —Contesta en tono irónico.
—Yo no soy como los demás hombres que has conocido —Se aproxima tanto a Casey que ella siente como él se introduce entre sus muslos —. Tengo muchas expresiones, pero ninguna de ellas las podrás descifrar, por más que lo intentes —Susurra muy cerca de sus labios.
Casey traga saliva para luego entre abrir la boca, sentía el tibio aliento de Cauther respirar sobre su propia boca. Olía a alcohol y también a cigarrillos, pero nada comparado con el fuerte aroma de su perfume. Mierda, la estaba enloqueciendo.
—Te dije que no me volvieras a toc… —Pero no termino de decir sus palabras, ya que el pulgar de Cauther se posó sobre sus labios haciéndola temblar —. Estamos en el aparcadero.
—¿Y eso que quiere decir? ¡Eh! ¿Acaso quieres ir a otra parte, Casey? —Interroga algo capcioso —Llevas toda la noche provocando a los hombres en esta fiesta con esa abertura en tu vestido, debiste pensártelo antes de usar este atuendo.
Ella niega levemente, al tiempo que Cauther introduce el pulgar en su boca, él comenzó a jugar con su lengua de una manera tan única que la pelinegra estaba que le flaqueaban las rodillas. Automáticamente, cierra los ojos cuando siente como él se apoderaba de su cadera apretándola con fuerza contra lo que era su jodida erección. ¿Qué mierda estaba pasando? Cauther estaba excitado y, ¿ella era la responsable?
No, no, eso no podía estar pasando. Ella no debía estar teniendo ese tipo de encuentros con el socio de su padre, joder, era el maldito dueño de la mitad de la compañía de su padre. Y en algunos años ella sería su socia, algo que siempre mantuvo en cuenta era que, nunca era recomendable liarse con un socio, porque las cosas nunca terminaban nada bien ni para la pareja ni mucho menos para la compañía.
Era imperioso que parara aquella locura, ella no podía, no debía tener nada con Cauther. Despacio, la mano de Cauther descendió hasta su nalga lo que la ayudo a entrar en razón, abrió los ojos y fue cuando vio aquella medio sonrisa lunar en los labios de ese hombre. ¡¿Qué?! ¿Qué significaba eso?, el desgraciado disfrutaba del maldito juego que estaba jugando con ella.
Reuniendo de toda su fuerza de voluntad empujo a Cauther lo suficiente como para que le diera oportunidad de subirse al coche, y con la misma arranco de prisa. Su corazón daba fuertes latigazos mientras se alejaba de la mansión de Genaro. Sujeto el volante con firmeza, estaba tan nerviosa y confundida que temía estrellarse por no llevar bien el control del coche.
Era muy de noche y, Casey conducía a gran velocidad por la autopista de vuelta a casa. Los nervios aún la acosaban por su encuentro con Cauther en el estacionamiento, se preguntaba que carajos se proponía con su actitud. Acelero el coche al tiempo que mordía sus labios por la incertidumbre de no saber qué era lo que planeaba. No debía ser nada bueno, especulo.
—Idiota, es tan irritante su comportamiento tan ególatra —Golpea el volante.
De ponto una luz LED la ciega por el retrovisor, ella baja la mirada, porque le era imposible mirar por el mismo. Frunce el ceño al mismo tiempo que su corazón empezaba a palpitar como loco, Casey traga saliva al presentir que Cauther le estaba dando caza. La sola idea de saber que él iba detrás de ella, la ponía de los nervios, así que acelero el coche.