第386章
En el instante en que las palabras salieron de la boca de Dalton, los ojos de Winston se abrieron de par en par. Su rostro entero se tensó, y algo oscuro e indescifrable cruzó por su mirada.
“Yo también estoy cansado,” dijo Dalton con frialdad. Su expresión se volvió aún más gélida, como si estuviera mirando a un desconocido.
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