Capítulo 28 Del odio al amor solo hay un paso
En horas de la tarde mientras Myriam despachaba unos pendientes, alguien tocó a su puerta.
—Adelante —expuso, entonces se sorprendió al ver a su gran amigo Rubén, le brindó una sonrisa y lo invitó a seguir. —¿Cómo estás? —indagó.
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