Capítulo 158 Ecos en la penumbra
Nicolás permaneció de pie, aún mirando la ciudad iluminada desde las alturas, pero ya sin admiración. Ahora la ciudad parecía un organismo vivo, y él, atrapado en su red de arterias, respirando el aire que alimentaba al monstruo. Sabía que las palabras de aquel hombre no eran vacías. Había desafiado al sistema y eso tendría consecuencias. **Pero si los verdaderos dueños de la ciudad deseaban arrebatarle su lugar, tendrían que enfrentarse a él en el campo de batalla**.
Sin esperar más, encendió su teléfono y llamó a Emilio, uno de sus hombres de confianza, quien en otras circunstancias hubiera sido la primera persona en recibir instrucciones ante un problema. Esta vez, sin embargo, las cosas parecían diferentes, y Nicolás no podía confiar completamente en nadie.
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