Capítulo 8 Naranja y canela
Carmen
Me levanto con la cabeza palpitando, completamente mareada, estoy en lo que parece ser una pequeña cama en una habitación desconocida.
No recuerdo qué sucedió. Puedo ver que encima tengo una camisa grande que huele deliciosamente. Veo que tengo todavía la pulsera de metal en mi muñeca... pero mis anteriores heridas están cuidadas.
Me levanto con mucho cuidado y me acerco a la puerta, y cuando escucho su voz… recuerdo absolutamente todo lo que sucedió.
Me habían vendido y me había comprado un Alfa grande y aterrador.
Yo era suya.
Él había matado a varios a sangre fría. La voz de ese hombre era fuerte y resonante, y ahora estaba sin duda molesto.
—La chica es humana, tiene heridas que parecen ser de hace muchos años, unas tras otras... muchas no fueron ni siquiera curadas de forma adecuada. Hay rastros de quemaduras de hace algunos días. Necesitaría mayores exámenes… pero creo que ella ha sufrido bastante. No descartaría contusiones e incluso fracturas anteriores. Jamás había visto algo así… —dice la voz de una mujer. El Alfa que me compró grita desesperado.
—¡Voy a matar a ese maldito! ¡Voy a acabar con esa estúpida manada hasta volver las cenizas! — él gruñía y sentía que mis piernas temblaban. Podía sentir su poder y no era nada comparado a otros alfas que había conocido.
—Xavier, por favor, contrólate... tenemos que actuar de forma correcta para que puedas quedarte con ella... —decía otra voz con un acento extraño.
¿Para que pueda tenerme? Este hombre quería ver que yo estuviera bien… para aprovecharse de mí.
—Además… tiene una condición en el corazón, es débil... —dice la doctora y todos quedan en silencio.
—¿Ella estará bien?—preguntaba el Alfa con voz seria, escuchaba suspiros.
—Necesitamos examinar. Mientras tanto, puedo darle algunas medicinas y vitaminas... incluso recomendaría un calmante... ella está shock —dice la doctora y siento como mi corazón golpea mi pecho.
—Creo que sería lo mejor... además, así podríamos controlar sus reacciones —dice la voz de otro hombre y yo me quedo impactada de cómo hablan de mí, como si yo fuese una cosa que van a manipular.
Aunque no sé por qué me sorprendo, me han vendido como una esclava, mi propia familia me odia, mi mate me ha rechazado.
—Pues esto llega hasta aquí —me digo a mí misma y empiezo a buscar una forma de huir.
La habitación es pequeña y las ventanas están cerradas, pero cuando voy al baño, hay una pequeña ventana, es pequeña, pero seguro puedo pasar.
Me subo como puedo y cuando siento el aire exterior me siento más aliviada, caigo de un salto y creo que me torcí el tobillo, pero camino como puedo. Siento la adrenalina por todo mi cuerpo, y cómo la desesperación me consume.
—T-tengo que ir al bosque... —me digo cuando escucho un alboroto atrás y sé que... se han enterado de mi escape. Son lobos al fin y al cabo... no sé si voy a tener alguna oportunidad.
—¡Vamos! ¡Tras ella!—
—¡No la dejen ir! —escucho gritos y entro en pánico.
Pero cuando menos me doy cuenta tengo al Alfa grande frente a mí, prácticamente poseído. Había visto a los hombres lobos cuando sus lobos lo sobrepasaban, eran aterradores.
—No... d-déjame... —Digo tartamudeando más que nunca y los ojos de él brillan con un color dorado.
—No te vas a alejar de mí nunca... —dice con una voz que no se escucha humana y cuando echo a correr él me toma como si yo no pesara nada y me echa a su hombro.
Yo voy pataleando y pegándolo, pero no hay nada que hacer. Veo como el bosque se aleja y la angustia me consume.
¿Qué hará él conmigo? ¿Qué será de mí? Él es grande y poderoso, yo pequeña y débil.
—¡Xavier por la diosa! —grita un hombre muy elegante, el del acento extraño, seguido de otro más joven. Ellos parecen muy sorprendidos por lo que ha sucedido.
—¡Suéltame! ¡S-sueltame! —grito al borde de las lágrimas cuando estamos de nuevo en este pequeño edificio y me llevan de vuelta a la habitación y el Alfa grande, Xavier, me suelta con suavidad sobre la cama y yo me alejo de él.
—¡No sé cómo pudo haber huido! —dice una mujer con bata blanca y ella me revisa mientras Xavier no deja de verme.
—No estás segura fuera, ¡te pueden hacer daño! —dice él desesperado y yo no sé si hay más daño aquí que lo que me pueda pasar en el bosque.
—Déjeme intentar algo Señor lobo... — dice el hombre elegante y en cuanto veo sus ojos entro aún en más pánico.
—Un vampiro... — digo aterrada, pero en segundos ya he caído en su hechizo.
—Sí, soy un vampiro señorita... pero juro que jamás le haría daño —dice él y poco a poco mi corazón va entrando en su ritmo normal, mi cabeza incluso queda en blanco... solo un pequeño grito de terror lejano... como si mi miedo hubiese sido guardado en una caja al fondo.
—Así está mejor... no vamos a hacerle daño. La salvamos de ese bar en donde fue esclava... ya está en mejores manos —dice él, pero aún no le creo. La doctora revisa mi pie y lo vende diciendo que tengo una pequeña contusión.
—Mi nombre es Fabrizio, él es Alfa Xavier... y él su beta Bruno... ¿Cuál es tu nombre? —pregunta el vampiro presentándose y el resto.
Yo los miro a todos y me arrincono aún más en la cama con un pequeño temblor. Pero no digo nada.
—¿Puedes contarnos cómo llegaste a ese bar? ¿De qué manada provienes? — pregunta el beta.
—¿Conoces a Alfa Aníbal? — pregunta Xavier con voz ronca y yo abrazo mis rodillas. Él no deja de ver cada uno de mis movimientos.
—¿Eres de la manada Sangre de la Luna? —pregunta el beta.
—Necesitamos esta información para poder ayudarla... — dice el vampiro y se ven sinceros, pero yo solo espero otra oportunidad para irme de aquí.
—Déjame hablar a mí... necesito hablar con ella, a solas... —dice Xavier.
Yo niego con la cabeza, completamente atemorizada, pero todos hacen lo que él dice y me quedo a solas con ese Alfa gigante.
Puedo verlo ahora de muy cerca, tiene los ojos claros, el cabello castaño con algunos mechones más claros, una barba tupida le cubre la cara, su piel es brillante y su olor... por la diosa luna... es fantástico.
Yo suelto un jadeo y tiemblo, por la expresión en sus ojos pareciera que él está completamente adolorido por mi reacción.
—Solo queremos saber cómo llegaste hasta ahí... estamos persiguiendo a los hombres que hicieron todo esto —dice él.
¿Se refiere a los hombres que me atraparon o a hombres como él que compran chicas esclavas?
—¿Puedo al menos saber tu nombre? Yo soy Xavier Albar... Alfa de la manada Colmillos Blancos ¿la conoces? — dice esperanzado.
Había escuchado de ellos, eran una manada grande y próspera. Mi manada temía enfrentarse a manadas como las de él. Y él era su Alfa, nada más y nada menos. De todas maneras no quería darle ninguna información a ellos, mucho menos a él. Aún no sabía qué querían conmigo.
Él parecía preocupado y también exasperado de que yo no dijera absolutamente nada cuando lo vi cerrar los ojos como si se comunicara con su lobo y me miró muy seriamente.
—Yo... tengo años buscando a mi mate, y cuando entré a ese lugar y te vi... supe que la había encontrado. Tú eres mi mate... — me dijo y no pude ocultar mi sorpresa.
Tenía que haber un error. Yo ya había encontrado a mi mate, era mi Alfa y me había rechazado. Las segundas oportunidades de mates no existían, al menos yo nunca había escuchado de alguna, era suficientemente raro encontrar un mate, ¡qué decir dos!
Yo negaba con la cabeza y podía ver que él parecía decepcionado.
—Es impo…sible…—digo agitada y él parece sorprendido.
—¿Por qué? ¿Porque yo soy un alfa y tu una humana?— pregunta él.
No, porque yo ya había tenido un mate. Yo no era nada… una humana omega si algo así existía… y él era un alfa glorioso. Tenía que ser una broma, de muy mal gusto, por cierto.
—Mi lobo, Apolo, me lo ha confirmado. ¿Sientes algún olor en mí? — decía él extendiendo su mano y su delicioso aroma me llegaba cada vez más cerca.
—Sí... — digo y puedo ver cómo él sonríe, como si eso fuera todo lo que él necesitara.
—Para mí tú hueles a canela... mi olor preferido en el mundo —dice él, y su voz ahora es tan suave que me hace suspirar.
—Naranjas... d-dulces... —digo y él está maravillado y yo le explico.
—Son las únicas f-frutas que se dan en mi jardín... solo salían en primavera... cuando y-ya no había frío. O-odio el frío —digo como si no pudiera evitar compartir ese pedazo de información. Xavier sonríe más.
—Sé que los mates han sido raros desde hace un tiempo, pero yo... —dice él y yo tengo terror de qué me va a decir a continuación.
Iba a rechazarme.
Por supuesto, Carmen, ¿qué esperabas? ¿Que este apuesto de Alfa te iba a aceptar así como así?
¡Mi pobre corazón! No sabía si iba a poder aceptar un segundo rechazo... y cuando él va a hablar aparece de nuevo el vampiro.
—Señor lobo... tenemos un problema—