Capítulo 6 Lo que es mío
Capítulo 6: Lo que es mío
Aníbal
—Adriana... ¿Qué haces aquí?—
Ella era la chica más linda de la manada, al menos para mí. Si no fuera porque era malcriada y terca, fácilmente podría haber sido elegida como la Luna de mi hermano, pero por su actitud había sido relegada a ser la novia de... mi futuro Beta, y mejor amigo, Gerardo.
Claro que ella estaba loca por mí y me la había llevado a la cama escondida varias veces; habíamos tenido algo en secreto desde hace un tiempo.
—Aníbal... mi amor... no puedes tener otra mujer que no sea yo. ¡No pueden emparejarte con una desconocida!—decía ella chillando, y me doy cuenta de qué, o ella había escuchado nuestra conversación, o el chisme de que me buscarían una Luna había volado.
—Es lo que es, Adriana... además, tú vas a estar con mi mejor amigo—le digo, y ella hace pucheros como una niña. De repente se muerde el labio y abre su abrigo mostrándome que debajo solo tiene una sensual lencería que deja muy poco a la imaginación.
Debo reconocer que se veía muy, muy bien... si ella no fuera tan difícil de controlar, la hubiese marcado hace ya varias noches.
Un Alfa debería tener a la mujer más linda de la manada, la belleza con curvas, y a la vez flaca, firme, de piernas largas y piel perfecta. No el esperpento que me tocó.
—Tú y yo podemos estar juntos... buscaríamos la manera ¿qué dices? ¿Acaso no nos lo hemos pasado bien?—dice acercándose a mí hasta que sus curvas rozan mi cuerpo.
—Viste la oportunidad de que puede ser una Luna... y quieres tener poder—le digo, y ella me da una sonrisita. Toma mis manos y me da un pequeño beso, tentándome. Mi lobo gruñe.
—Es tu decisión, mi Alfa... pero tú y yo sabemos que no conseguirás a una mujer mejor que yo nunca—dice y comienza a besarme ahora con todo.
Adriana siempre había sido una mujer muy atrevida y me complacía en todo lo que quería, y eso me encantaba. De repente yo le empujaba contra una pared, la sujetaba por el cuello, y le terminaba de quitar la ropa. Necesitaba esto, dominar a alguien, tener a alguien bajo mis garras.
—Tú vas a hacer lo que yo te diga ¿quedó entendido? Tú solo eres una lobita desesperada... y yo soy el futuro Alfa— le digo entre dientes mientras la observo de arriba abajo.
Sí era realmente hermosa. Mi beta no podría con semejante mujer, en cambio yo… era un Alfa.
—Lo que tú digas Alfa...— dice ella como puede, y me acerco besarla, y a recorrer su cuerpo con mis manos como tantas veces lo he hecho.
Pero no ocurre absolutamente nada... es como si mi deseo se fuera desapareciendo. Y solo pienso en Carmen. ¡No puedo creerlo!
Mi mate... pienso en su rostro mirándome con esos ojos grandes, en su piel fría cuando la saqué del agua. Su cuerpo se veía tan pequeño y pobre, pero con todo y eso me había encantado tenerla en mis brazos mientras luchaba porque respirara. Le había salvado la vida, no podía verla morir. Mi lobo no me lo permitiría… y muy dentro de mi, yo tampoco.
—¡Maldición, Axel!—grito desesperado.
—Solo la queremos a ella, ¡Solo a nuestra mate!—dice mi lobo testarudo.
—¿Qué sucede?—pregunta Adriana, perdida.
No puedo creer que esté pensando en ella, en la chica fea de la manada, en la humana sin lobo, en la mujer con menos valor de toda Luna de Sangre, esto tiene que ser un castigo.
—¡Cállate! ¿No puedes cerrar la boca?—le grito furioso.
—Solo estaremos con nuestra mate, nadie más—dice mi lobo firme, y yo me agarro la cabeza.
—Aníbal... Por favor, ¿qué sucede?—pregunta ella, y yo estoy agitado y solo puedo pensar en ella, en Carmen. De repente Adriana es nada para mi, no puedo ni verla, siento que me vuelvo loco.
—¡Largo de aquí!—la tomo de la mano y la saco del baño mientras ella grita mi nombre. Tiro sus ropas y me voy mientras la veo humillada, sin saber qué hacer.
—¡Mi amor! ¡A donde vas! ¡No me dejes!— dice cubriéndose como puede. Pero yo ya he salido de la casa de la manada.
—La necesitamos, Carmen es la única para nosotros—dice mi lobo, y ya yo voy corriendo hacia el bosque, ajetreado y suspirando, temiendo lo peor.
Carmen, Carmen… te necesito, es lo único que puedo pensar.
Y me encuentro con que no hay nada. La choza horrible donde vivía está destruida... y no hay signos de ella. Parece todo abandonado. No puede ser.
—¡Carmen! ¡Carmen! ¿Dónde estás? ¡Tu Alfa te exige que aparezcas! ¡Te exijo que aparezcas!—vocifero, pero no encuentro nada.
—Se ha ido...nuestra mate nos ha dejado—dice Axel, aullando.
—No puede ser... le dije que no se podía ir ¡Fue una orden! ¡Ven de inmediato, Carmen!—digo, y ya voy lo más rápido que puedo por el bosque siguiendo su olor.
Prácticamente, ya se ha ido desapareciendo, pero lo recordaría toda mi vida; ella huele a vainilla, unos tintes sutiles que hacen que mi locura se vuelva loca.
Casi llego fuera del territorio, voy día y noche hasta que me tropiezo con unos rogues muy contentos que los veo contando dinero.
—¡Alfa!—me dicen sorprendidos.
—¿Han visto en el bosque a una chica? Es pequeña y tiene cicatrices en brazos y piernas, no habla muy bien y se ve muy débil, una humana—pregunto con voz autoritaria, y ellos tiemblan.
—Sí... encontramos una chica, así hace ya varios días... una pequeña ratita—dice uno de ellos, y yo lo golpeo mientras los otros se asustan.
—Alfa... era una chica sin ninguna importancia, no valía prácticamente nada. ¡Nos dieron solo unas pocas monedas! ¡Casi la regalamos!—gritó uno mientras yo lo tenía del cuello, y quedé espantado con lo que dijo.
¿La regalaron? ¡Por la diosa luna!
—¿Dónde está ella? ¿Qué hicieron con la muchacha?—Axel está que quiere salir y matarlos a todos por dañar a nuestra mate.
Aunque ya no es nuestra mate, pues la rechazamos.
—¡Siempre será nuestra mate!—grita mi lobo, atormentado.
—La vendimos, señor, al bar donde llevamos a los esclavos... Luna de Sangre tiene un convenio que nos deja vender a quien queramos, siempre que lo encontremos fuera del territorio—dice uno de ellos, y al poco tiempo lo golpeo tanto que mis manos quedan llenas de sangre.
Una esclava, una humana pequeña y débil… no tenía una oportunidad. Y el miedo me invadió.
Unos huyen mientras al resto los acabo con mis propias manos, y luego me dirijo al bar, lo conocía aunque no solía frecuentarlo.
Lo primero que me doy cuenta es que aquí ha habido una verdadera pelea, donde sin duda ha perdido mi manada. El olor de ella se intensifica, y me consuela saber que ella está viva. Yo había roto supuestamente el vínculo, aunque aún lo sentía muy dentro de mí.
Pero jamás imaginé verla en brazos de otro, y no solo cualquier hombre, sino un Alfa, el hombre que yo más odiaba en el mundo. Mi único y gran enemigo, quien la tenía tan cerca de él que podía sentir cómo sus olores se mezclaban. Él la miraba con deseo… podía sentirlo, la quería para él el muy desgraciado, ese hombre había aparecido para acabarme.
—Xavier... ¿Qué demonios haces con mi mate? ¡Ella es mi mate! ¡No es tu esclava! ¡Es mía! ¡Suéltala o te mato aquí mismo!—grité al borde de la locura.