La criada me llevó a otra habitación. Mi cuerpo estaba atado a una silla de respaldo alto y mi rostro estaba cubierto con un paño negro. Lo único que podía ver era el suelo debajo del paño negro.
"¿Dónde está la mujer que quiero?" Su voz ronca llevaba un rastro de terror, como si alguien lo hubiera estrangulado.
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