Julián permaneció callado, no quería discutir con ella, la verdad estaba cansado apenas su hermano había dado con el paradero de Mariana había venido lo más rápido posible por su mujer para conseguir que iba ser la esposa de otro hombre.
Una sonrisa diabólica se formó en sus labios la llevaría a su mansión dónde ella tendría que vivir bajo sus órdenes no la dejaría salir nunca más de la casa. Mariana tenía que demostrar que podía confiar en ella y que no iba a irse con el primer hombre que le prometiera amor eterno.
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