Capítulo 7 Acosada
La directora pareció titubear sobre el asunto a pesar de haber asentido.
Mientras que Amy imploraba porque se quedara con ella, prefería mil veces el regaño de esa gruñona a tener que ver la cara del dueño de esa institución.
—No se preocupe que la señorita Grey entenderá muy bien las reglas de la institución —insiste con voz ronca, cosa que causo escalofríos en el cuerpo de Amy.
—Claro, por supuesto señor McBride —la mujer se puso en pie con una sonrisa abierta —. Usted está capacitado para este tipo de inconvenientes —añade poniéndose en pie.
Amy se quedó sentada como estatua en la silla, es que ni se atrevió a mirar hacia atrás puesto que sabía que ese hombre la estaba viendo. Es que podía sentir como si le estuviera respirando en la nuca.
En eso siente que él empieza a caminar rodeando su silla, la pelinegra se tensa y mantiene la miraba baja. Para ese entonces, se habían quedado completamente solos; era como la primera vez cuando lo conoció.
—Entonces, ¡has comenzado una pelea! —Amy aprieta los dedos de los pies dentro de sus zapatos, porque sentía la necesidad de salir corriendo —. La institución tiene normas muy estrictas, Amy.
La joven presiente que él ya había tomado asiento, lo que la dejaba como muy vulnerable.
—Míreme señorita Grey, ¿no le han enseñado normas en su hogar? —ella traga saliva y levanta la mirada y es cuando sus ojos azules conectan con los ojos grises de ese hombre.
No supo porque, pero la conexión fue como electrizante que todos los vellos de su cuerpo se levantaron. Sin duda alguna ese hombre poseía algo que le alteraba todo.
—Así está mejor. Entonces… —él se cruza de manos —. ¿Porque ha sido la discusión? He visto que le ha dejado una buena marca en la mejilla a la señorita Risis.
—Ella empezó a molestarme —responde con voz poco audible.
—Vaya, parece que si sabe hablar —Dimitri se recuesta de la silla y la ve penetrantemente.
El aroma de su luna había impregnado toda la oficina, le iba a ser bastante complicado concentrarse luego de que ella se marchara. Era tan inocente su esencia que lo estaba volviendo loco.
Estar cerca de ella le provocaba saltarle en encima y devorar esos virginales labios rojos. Su boca se hacía agua de solo pensarlo, es que estaba haciendo un esfuerzo sobre natural para evitar no brincarle encima y morderla.
Su lado salvaje era muy agresivo, de hecho, era mucho para esa niña ante él. Baja la mirada y observa sus manos, necesitaba controlarse antes de que cometiera una maldita locura.
Amy noto como la expresión corporal de él se tensó y por un momento vio en sus ojos un brillo como… peligroso. Luego bajo la mirada y fue como si intentara sosegar algo dentro de él, ¿pero calmar qué?
¿Acaso lo que hizo lo cabreo tanto?
Ahora sí que le tenía más miedo a ese sujeto, ¿Qué clase de hombre era? Perdía los estribos por una simple pelea de chicas… ¿Y porque era el propietario de un colegio como ese? Hasta donde pudo investigar, la matrícula de chicas era más alto que el de los jóvenes.
La pelinegra traga saliva ante una teoría descabellada, ¿podría ser un pervertido? Y entonces, justo en ese instante él levanta la mirada. Ella ve de nuevo esos ojos grisáceos mirarla fijamente y vuelve a tensar las piernas y contener el aire.
—No puede volver a pelear con nadie en este colegio, es penalizado y si vuelve a ocurrir será expulsada. Si tiene algún problema con algún alumno me lo hace saber y lo trataremos de resolver.
—¿A usted? —lo mira con el ceño fruncido.
—Preferiblemente.
—¿Y la señora Irina?
—Me lo confías a mí y sabré como solucionarlo de la mejor manera posible. ¿Tiene algún problema con eso?
Amy aplana los labios sujetando su bloc de dibujo, algo que Dimitri noto enseguida que se sentó frente de ella.
—¿Qué tiene allí? ¿Me permite? —la chica frunce el ceño nuevamente —. Quiero checar tu trabajo, tenemos una plaza en dibujo en la institución. Puede que te sirva de algo inscribirte —le tiende la mano esperando que le pasara el bloc.
Con dudas se lo entrega, pero lo mira con mucho celo mientras que él empieza a hojear sus dibujos, y es cuando recuerda algo que había dibujado en ese bloc que él no podía ver ni en sueños.
—Creo que ha visto mucho —dice poniéndose en pie tan rápido que se sorprendió ella misma, pero el castaño hizo a un lado el bloc y llego justo a la hoja que ella no deseaba que viera.
Su corazón se hizo pedazos, hasta los latidos frenéticos del mismo llegaban a sus oídos. Miró al sujeto con pavor, él estaba viendo con detenimiento el dibujo que ella había hecho.
—Ha hecho un excelente trabajo dibujando mis ojos, señorita Grey. No perdió detalle de ellos. Realmente estoy muy sorprendido por el detalle que puso en el dibujo.
Amy no tenía idea del porque termino dibujando los ojos del dueño de aquel colegio, pero desde que lo vio por primera vez quedo impactada por la magnitud de su mirada y de la nada se vio dibujando sus ojos tan solo con recordarlo.
Es que no entendía como es que para nadie en ese lugar no le parecía muy extraño el color de sus ojos, no era usual en nadie llevarlos así.
—Me ha gustado mucho —levanta la vista para verla directamente sin pestañear —. ¿Por qué me ha dibujado?
No sabía que responder, estaba en shock.
—No lo sé…—intenta quitarle el bloc, pero él se lo niega a cambio de eso se pone en pie —. No se los demás, pero para mí es muy extraño ver un color de ojos como los suyos.
La pelinegra da un paso hacia atrás topándose con la silla, el tamaño de ese sujeto era como el doble de ella. No se había dado cuenta de lo enorme que era y lo muy rudo que era su cuerpo.
—Ya creo, creo que debo… la clase, yo tengo…
—Sí, tienes otra clase. Lo sé…
Dimitri rodea el escritorio con el bloc en sus manos, no aparta la vista de Amy quien le parecía tan ingenua y tan niña. Y pensar que esa chica de ojos azules era toda para él. Camina con determinación hacia ella.
Era increíble cómo pudo sacar una conclusión sobre él y el color de sus ojos, nunca nadie le había dicho algo parecido, parece que su luna era algo detallista.
La joven sostenía su bolso con fuerza mientras retrocedía con cada paso que él daba hacia adelante.
—Me tengo que ir ya…
—Por supuesto. ¿Te han quedado clara las normas del colegio?
—Muy claras.
—Y sobre el color de mis ojos, es una herencia familiar. Toda mi familia llevaba el mismo color de ojos, cabe destacar que no pertenecemos a estas tierras. Por eso el color de mis ojos.
Su explicación la dejo fuera de lugar, no se esperaba que él le contara sobre sus genes familiares. Pero eso explicaba mucho, al menos supo porque sus ojos eran muy extraños, imagino que ya todos en ese colegio conocían esa información.
—Hay otra cosa, es bastante importante que recuerdes —para ese momento Amy quedo recostada contra la pared mirándolo fijamente.
Él quedo tan cerca de su cuerpo que la pelinegra pensó que se iba a desmayar, como que no conocía lo que era espacio personal, ¿Por qué mierda tenía que acercarse tanto? Claramente podía oírlo sentado desde su escritorio.
—Está prohibido los enamoramientos entre los estudiantes, las chicas no pueden ir al ala de los chicos y viceversa. En este colegio el romance entre ustedes no es aceptable. ¿Eso te queda claro? —inclina un poco más su rostro hacia ella lo que la pone muy nerviosa.
Amy consiguió percibir la respiración del Señor Dimitri tan cerca de su rostro que le hacía temblar las piernas, su boca casi que temblaba del miedo. Ella relame un poco sus labios y de inmediato nota que él se los vio.
Mierda, pero si estaban tan cerca como para darse un jodido beso.
La pelinegra actuó rápido en medio de su estupefacción. Jalo el bloc de las manos de Dimitri seguidamente abrió la puerta para salir corriendo por el corredor.
Dimitri la vio alejarse, pero no la siguió. Únicamente se quedó allí mirándola hasta que se perdió por las escaleras. Luego hace una mueca de una sonrisa y cierra los ojos al deleitarse con el aroma de su luna.
—Que aroma tan exquisito.
[…]
< ¿Pero qué jodida mierda ha sido eso?>
Amy bajo las escaleras a toda prisa, iba con el corazón en la mano. Nunca había pasado por nada parecido en su vida, bueno tampoco es que tuviera muchos encuentros con tipos mayores como ese.
Luego se detiene e intenta coger un poco de aire, se sostiene de la baranda de las escaleras y recapacita sobre lo pasado. ¿Ese tipo que intentaba hacer?, estaba tan cerca de ella que sus labios solo estaban a un paso de rozarse.
—¿Me quería besar o qué carajo? —frunce la mirada.
Era un hombre bastante grande para ella, luego muerde sus labios en gesto de estar confundida. ¿Por qué razón querría besarla? A menos que este fuese de esos sujetos de los que ella se estuvo imaginando desde un principio.
Aquella teoría la asusto mucho.
—No puede ser que sea de esos tipos que… ¿abusan de las estudiantes?
Sería que esa escuela en la que estaban hacía ese tipo de cosas con las chicas. Ahora estaba muerta del pánico, cuando de la nada siente que una mano se posa en su hombro y ella da un respingo exagerado.
—¡Oye!, ¿estás bien? —era Esteban, quien estaba detrás de ella.
—Hola —sonríe a medias —. Me has asustado mucho, estaba algo distraída.
—Creo que mucho a decir verdad.
—Lo siento, estaba pensando en algo que… —niega, luego sonríe.
—¿Qué ha pasado? ¿Te han dado el regaño del mes?
—Algo así…
Su encuentro con ese sujeto no era precisamente un regaño, más bien fue algo más.
—Solo debes seguir las normas, y si las vas a romper ser muy cuidadosa.
—Pareces todo un experto en la materia.
—La verdad es que sí, me he saltado muchas reglas y no me han atrapado. ¿Si quieres te puedo enseñar?
Ella lo mira y no sabe si aceptarle la propuesta, portarse mal no estaba en sus planes. La idea era largarse de allí cuanto antes, pero si continuaba levantándole actas de castigo su tía se iba a vengar de ella sumándole como mil años más en aquel lugar.
—No creo que sea buena idea de que me meta en problemas, no he venido a eso.
—¿Así que solo vienes a estudiar?
—Digamos que si…
Esteban la mira y piensa que era una chica extraña, pero realmente era muy hermosa. Desde que la vio lo pensó, y seguía manteniendo sus pensamientos.
—Qué te parece si vamos juntos a la próxima clase.
—Eso me parece buena idea, ya no quiero más… reprimendas.