Capítulo 31 Solo te deseo a ti

Belinda no podía dormir, compartía una habitación grande con Johana, cada una dormía en una pequeña cama y no tenían aire acondicionado, ella creció durmiendo sin aparato de aire acondicionado y un tiempo de vida con lujos en el hotel Larsson y luego con su abuela la habían hecho sensible, no soportaba el calor y no podía dormir, miró a Johana dormida sin problema, salió sin hacer ruido a buscar el cargador de su teléfono móvil que quedó en la oficina, ya estaba despierta por completo, vería sus redes sociales, pero al salir se encontró con Dante, sin camisa, solo con un jean, ella se paró brincando de la impresión al encontrarlo, su corazón bombeaba tan rápido que sentía le saldría por la boca, Dante la miró de arriba abajo, ella también miró como su pecho subía y bajaba, como el camino de bello se perdía debajo de su ombligo, Belinda cerró los ojos y trató de hablar, Dante se lo impidió. Dante no pensó en nada más, Belinda era su sirena y él estaba hechizado, ella quiso hablar, él no la dejó, corrió hacia ella y la haló a sus brazos, metió los dedos dentro de su cabello y la besó como un condenado, así se sentía en ese momento, Belinda respondió a su beso, lo abrazó y también jugó con su cabello, Dante la cargó y la llevó a su cuarto, apenas pudo cerrar la puerta cuando ya la besaba de nuevo, devorándola y exigiéndole con su lengua, Belinda ardía de deseo, quería ver su rostro, mirarlo y hacerle entender que ella estaba para él, pero el Dante racional no estaba en esa habitación oscura, él metió sus manos por dentro de su blusa hasta llegar a sus pechos sin dejar de besarla, la fue empujando a la cama hasta acostarla y cubrirla con su cuerpo acariciando cualquier lugar donde la boca no tenía acceso, las sensaciones en Belinda eran intensas, pero empezaron a tornarse ambiguas, trato de verlo una vez más de racionalizar que era él, pero Dante seguía concentrado en el acto mecánico que solo busca el desahogo en el placer sexual.