Capítulo 32 Montando un puesto de lectura de palmas
El anciano sorbía su té con tranquilidad, pareciendo más que estaba saboreando la vida que dirigiendo un puesto.
Robin encontró la escena intrigante y miró un par de veces. Al notar su interés, el hombre la llamó con la mano. "Señorita, ¿quiere que le lea la palma de la mano? Si no es preciso, no le cobraré."
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