Capítulo 59 El peso de la corona
Alaric
Se había ido. Ese vampiro tan odioso, tan molesto, al que le encantaba discutir y expresar sus opiniones, que me obligaba a considerar su punto de vista. Me atormentaba y me hacía replantear mis decisiones. Todos estaban de acuerdo con lo que yo decidía hacer, pero él, ese obstinado, insufrible y exageradamente recto vampiro, solía oponerse. A veces pensaba que lo hacía solo para llevarme la contraria, como si eso le hiciera sentirse importante: un simple vampiro desafiando al rey de todos los lobos.
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