Capítulo 328 Dulce silencio
Fabio asintió, luego Damián lo soltó, sin siquiera dedicarle una mirada, y abrazó a la todavía desorientada Isabela, dándose la vuelta para cerrar la puerta. Después de dejar afuera a Fabio, Damián recuperó algo de compostura. Isabela en sus brazos se retorcía impaciente, y él la levantó. De repente, la elevó en el aire y ella, dando patadas con las piernas en el aire exclamó sorprendida:
—Bájame, bájame, me siento mal...
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