Capítulo 11 Prueba superada
Me quedo mirando a la rubia como si hubiera perdido la cabeza. ¿Lo está planteando en serio?
―Lo siento, Ángela, pero no puedo prestarme a un juego como ese ―niego con la cabeza―. No me gusta jugar con los sentimientos de las personas ―le digo seguro―. No soy un santo ni pretendo serlo, he tenido muchas amantes, no te lo niego, pero cada una de ellas están conscientes de lo que se trata todo ―le explico con la mejor disposición―. La pasamos bien, disfrutamos el uno del otro, pero al final, cada quien sigue por su camino ―a estas alturas del partido, no voy a cometer los mismos errores que suelen hacer muchos hombres―. No tengo material genético para las relaciones serias, así que tengo que decirte que paso. No pienso hacerle esa jugarreta a tu amiga.
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