Capítulo 6 Papá irá a Marte para traer a mamá a casa
El Maybach negro pasó entre dos hileras de árboles chinos parasoles altos a través de la sombra, y llegó hasta la mansión de los Fu. La mansión, envuelta en oscuridad, parecía aún más solemne y majestuosa. Fu Lingye acababa de entrar a la casa cuando vio a Fu Zhengyuan sentado en el sofá del salón, lo saludó con educación:
—Papá.
Fu Zhengyuan sujetó la parte superior de su bastón con su gran y vieja mano mientras habló con un tono seco.
—Si en realidad me consideras tu padre, ¡date prisa en conseguir una esposa, y una madre para Dulce! No me hagas esperar hasta que me muera.
En los últimos tres años, la mayor queja de Fu Zhengyuan contra él era que no conseguía novia ni se casaba. Estos días, la frecuencia con la que el anciano le insistía en casarse también iba en aumento. Fu Lingye lo afrontó con calma.
—No tengo ninguna opinión sobre las hijas de Qian, Zhao, Li y Sun que me has presentado. Cualquiera de ellas me da igual, pero ya sabes que a Dulce no le gusta nada ninguna de ellas.
El viejo señor Fu golpeó con fuerza el bastón contra el suelo, diciendo con rabia:
—Fu Lingye, ¿crees que no me doy cuenta que utilizas a Dulce como excusa?
Fu Lingye se metió una mano en el bolsillo, con aspecto indiferente y sereno.
—Papá, si no hay nada más, voy a subir a ver a Dulce.
—¡Alto ahí! —El viejo señor Fu se levantó y se acercó con el bastón—. Ya que a Dulce no le gusta esas chicas, ¡entonces deberías recuperar a su madre biológica! ¿En realidad crees que puedes engañarme? ¿Por qué estás criando a una niña de tres años cuando no estás casado? La niña está creciendo día a día y afuera todo el mundo dudará de su procedencia. ¡¿Quieres que los demás duden que mi nieta, tu hija es una hija ilegítima?!
Fu Lingye miró fijo las escaleras bajo sus pies y sus afilados ojos negros se oscurecieron un poco.
—Te conseguiré una nuera cualificada dentro de este mes.
Agarrando la parte superior del bastón, Fu Zhengyuan dijo con frialdad:
—Será mejor que no me decepciones.
Fu Lingye subió las escaleras y abrió de un empujón la puerta de la recamara más cercana a su dormitorio. Bajo la cálida luz naranja estaba una niña de piel clara, bonita y de aspecto delicado sentada en la cama, leyendo un libro de dibujos con su manita. El frío en los ojos del hombre se desvaneció y fue reemplazado por calidez y afecto.
—Dulce, ¿todavía estás despierta?
En cuanto Dulce escuchó la voz de su padre, tiró de inmediato el libro de dibujos que tenía en la mano, apartó la manta amarilla de Snoopy y se levantó de la cama con los pies descalzos. Fu Lingye temió que la pequeña se cayera, así que se acercó, tomó a la pequeña que saltó a sus brazos y la abrazó. La pequeña sonrió con sus blancos dientes y sus grandes ojos se curvaron, diciendo con su tierna voz:
—Papá, te estoy esperando, hace cinco días que no te veo, ¿no me extrañas, papá?
Fu Lingye besó la blanca mejilla de su hija, y dijo suave:
—Claro que te extraño, pero tengo que trabajar para ganar dinero y criarte, si no, no puedo comprarte la merienda y la leche.
La pequeña hizo un gesto y dijo con el ceño fruncido:
—Puedo saltarme las comidas, la merienda y la leche. Entonces, ¿podrías acompañarme más, papá? Mis amigos de la guardería tienen padre y madre, pero a mí siempre me manda el abuelo a la escuela. Estoy triste.
Fu Lingye se sentó en la cama junto a su hija en brazos y tocó la cabeza de la pequeña.
—¿Cómo vas a crecer más si no comes ni bebes leche? Pórtate bien y te llevaré al zoológico el fin de semana, ¿vale?
Los grandes ojos negros de Dulce se estrecharon en dos pequeñas medias lunas, mientras rodeaba feliz el cuello de su padre con sus pequeños brazos.
—¡Papá, no rompas tu promesa! —La pequeña rebotó brincando sobre los muslos de él y estiró su dedito para hacer una promesa con el meñique—. ¡Trato hecho!
Fu Ling sonrió, y trabó su dedo largo con el corto de su hija.
—De acuerdo, lo prometo con el corazón. —La manga del pijama de la pequeña estaba enrollada, revelando un llamativo moratón rojo en su bracito. Fu Lingye frunció las cejas y tomando la mano de su hija, preguntó—: ¿Quién te ha lastimado, Dulce?
Al decir esto, la sonrisa en su carita se desvaneció, mientras hacía un puchero, se sentó en los brazos de Fu Lingye, y dijo triste:
—Todos los días, el abuelo me envía a la escuela y como mis amigos nunca han visto a mis padres, Hong me llamó mentirosa y dijo que no tengo padres.
El ceño de Fu Lingye se aflojó un poco.
—Entonces, ¿te has peleado con Hong?
La pequeña se removió en sus brazos y preguntó con dulzura:
—Papá, ¿en realidad está mamá en Marte? ¿Cuándo puedo ir a buscar a mamá?
«Papá dijo que Marte es demasiado caluroso y que ahora soy muy joven, pero cuando crezca, podré ir a Marte a buscar a mi madre, pero ¿cuánto tengo que crecer para poder ir a Marte?».
Los ojos oscuros de Fu Lingye se oscurecieron.
—¿De verdad quieres estar con mamá?
Dulce asintió con seriedad, y dijo con voz tierna:
—Hoy el profesor nos pidió que dibujáramos a nuestra mamá y papá y a nosotros mismos, yo sólo te he dibujado a ti abrazándome y la profesora me criticó. Papá, ¿irías a Marte para traer a mamá a casa, cierto?
Mirando los grandes ojos de su hija, Fu Lingye se quedó en silencio durante un largo rato, y entonces los ojos de Mu Tongrui pasaron sin ninguna explicación por su mente. Sólo entonces se dio cuenta de que la mujer que le hablaba tenía un par de ojos algo parecidos a los de Dulce. Al ver que su padre se quedó callado, Dulce le puso los bracitos en el cuello y lo sacudió con fuerza.
»Papá, ¿puedes ir y traer a mamá a casa?
Fu Lingye siempre amo a su hija. Levantando la mano para mirar el reloj, llevó a Dulce a la cama, la arropó y le dijo con voz suave:
—Ya es tarde, date prisa en dormir, te llevaré a la escuela mañana por la mañana.
Dulce le agarró su grande mano con su suave manita.
—¡Papá, supongo que prometes traer a mamá a casa desde Marte!
Fu Lingye se inclinó y besó la hermosa frente de su hija.
—Buenas noches, cariño.
Dulce le sonrió con ternura y parpadeó.
—Buenas noches, papá.
Fu Lingye salió de la habitación de la niña y llamó a su ayudante, Xu Kun.
—Averigua quién era la mujer sustituta de hace tres años.
Xu Kun se sobresaltó un poco. Para evitar problemas, las medidas de confidencialidad se idearon bastante bien hace tres años, pero ¿por qué querría el jefe encontrar a esa mujer ahora?
—De acuerdo, jefe, iré a averiguarlo ahora.