Capítulo 128 Una indemnización de cincuenta millones
—Madre, ¿por qué sigues poniéndote del lado de una extraña? —preguntó Mónica, enojada.
Elisa la miró porque Mónica no tenía muy buen temperamento ni personalidad, pero por haber nacido en una familia adinerada tenía elegancia. Elisa nunca la había escuchado insultar; sin embargo, eso no significaba que fuera una persona virtuosa. Mónica siempre la había ignorado y visto con desprecio. Cuando Elisa formaba parte de la familia, tenía que respetarla porque era su suegra. En ese momento, que ya no había relación entre ellas, no tenía sentido mostrar el mismo respeto y disculparse como lo hacía antes. Si la amenazaba con hacerle daño, Elisa ya no se contendría. La joven apartó la mirada de Mónica y la dirigió a Julia.
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