Después de eso, ambos hombres cerraron rápido la puerta del dormitorio y saltaron por la ventana. Por desgracia, Daniel no era tan ágil como su secretario y la fuerte caída le provocó un esguince en la cintura.
—¡Señor Graciani! —Su secretario se apresuró a ayudarlo mientras ambos llegaron trastabillando a la calle y llamaron a un taxi.
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