Arón miró a la mujer cabizbajo.
—Abuela, aunque tú tienes el poder de gobernar el país, no olvides que yo soy el verdadero gobernante de este lugar. —Luego, mientras miraba fijo a la mujer que estaba sorprendida, pronunció—: No voy a decirles a los hombres que vuelvan. —Tras eso, se fue.
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