La mujer no se imaginó que tendría una reacción tan dramática. De inmediato, se molestó, pero no se atrevió a manifestarlo, ya que lo había estado observando desde hacía rato y sabía que era adinerado. Si lograba hacer que se enamorara de ella, podría disfrutar de gloria y fortuna infinita por el resto de su vida.
—Señor Juárez, quiero perderme en sus brazos. —La voz de la mujer era empalagosamente dulce.
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