Mary había anhelado su beso durante meses. Desde el momento en que lo conoció en la puerta de la casa de su padre en Oregon. Guapísimo. Deliciosamente misterioso. Moreno y alto. Un hombre a quien satisfacer.
Su fantasía del galán prohibido. ¿O era una especie prohibida? Sus inhibiciones desaparecieron y gimió cuando su lengua dominante la reclamó. Él gruñó con profunda satisfacción masculina. La bestia la deseaba.
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