Capítulo 40 La paz y calma que había perdido
Las atrevidas lobas se marcharon a otro lugar del salón con la cola entre las patas, solo se acercaron a Isabella para humillarla pero el Alfa Salvatore llegó a su rescate
— Que suerte tiene esa desvergonzada, nunca debió haber venido aquí — murmuraba a la distancia las mal intencionadas lobas
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