Capítulo 338 Liliana es más feroz que un fantasma
Una figura en bata de hospital arrastraba un hacha por el suelo del pasillo vacío. Su larga herida en el cuello era visible cuando levantaba la cabeza. Era una herida contusa que parecía haber sido cortada con un hacha. Una fina capa de piel apenas mantenía la cabeza unida al cuerpo. Al verlo, la gente se estremecía.
Cuando Darío vio esto, le entró un sudor frío. Una persona normal no habría muerto con una herida tan grande en el cuello. La figura que estaba frente a él estaba viva. También le sonrió a Darío de forma inquietante y levantó el hacha que tenía en la mano. Darío se mantuvo siempre tranquilo e indiferente, se dio la vuelta y huyó para salvar su vida en ese momento. En una situación desesperada como esta reveló un pánico infantil. Gritó en su cabeza.
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