Capítulo 337 Asilo Susurros
Pablo llegó mucho más tarde, pero justo a tiempo para ver a Liliana garabatear un hechizo en el suelo. Era un auténtico hechizo capaz de invocar fantasmas. No se sabía si a Liliana le preocupaba que no apareciera ninguno de los fantasmas. Por eso llegó a instalar su puesto justo delante de la entrada del manicomio.
La antes bulliciosa entrada del manicomio parecía ahora desolada. Quienes visitaban el lugar aún podían distinguir el mostrador de recepción, largas hileras de sillas de aluminio y la instalación del departamento de consultas externas. El puesto de Liliana estaba instalado en el destartalado lugar. Como estaba en el interior, varios fantasmas los tenían rodeados. Darío y Josué estaban pálidos. Darío se interrogó:
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