Capítulo 300 Robar muertes, qué desvergonzado
Graciela tuvo un mal presentimiento. No se molestó en darle las gracias y subió las escaleras a toda prisa. Tocó la puerta y todos los miembros de la familia tenían el rostro ensombrecido por la tristeza.
El anciano se sentó en el sofá mientras tosía sin parar como si le faltara el aire. Mientras, la anciana le servía té y le daba palmaditas en la espalda enjugándose las lágrimas.
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