Capítulo 50 Tomando el crédito ajeno
Mientras chispas verdes destellaban en el brasero, la camisa de Iván de repente se puso derecha y sus mangas se levantaron poco a poco... Nubes oscuras ya cubrían el cielo cuando sopló una ráfaga de viento frío, lo que hizo que Beatriz se abrazara. ¡La escena ante ellos era por completo escalofriante! Solo Liliana tenía una sonrisa en su rostro mientras agitaba la camisa y decía con dulzura:
—¡Regresa ahora!
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