Capítulo 37 El espíritu maligno y el fantasma que llora
Ana no tuvo valor para enfrentarse a lo que tenía detrás y permaneció pegada a la puerta mientras intentaba abrirla a la fuerza, sin éxito. Le pareció escuchar el llanto de alguien detrás de ella, pero cuando se dio la vuelta no había nada. Estaba muerta de miedo. ¿Qué podía entender una niña como ella? No dudó en meterse debajo de la cama para esconderse.
Afuera todo estaba tranquilo. Fue entonces cuando notó un par de pies que pataleaban por su habitación antes de detenerse frente a ella… La niña calmó la respiración y se cubrió los labios pellizcados.
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